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martes, 18 de febrero de 2014

''Contigo y aquí'', Elio Roca. Canción

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Elio Roca

 

 

 

Elio Roca (Sáenz Peña, 3 de agosto de 1943) es un cantante argentino. Lanzó su álbum debut, Bella, bionda, Carina en 1965. Es conocido por los sencillos «Deseo ser tu amor», «Te necesito tanto, amor», «Yo quiero dibujarte». Elio Roca también apareció en varias películas argentinas.

 

Debutó a los 7 años de edad, cantando en el programa televisivo Ronda infantil. Desde niño cantaba y jugaba al fútbol. En 1962 viajó a Buenos Aires  para jugar en el club de fútbol Ferrocarril Oeste. Tuvo problemas con un dirigente del club y se volvió al Chaco antes de jugar en primera.

 

En 1965 ―a los 21 años― volvió a Buenos Aires como cantante, grabó un par de simples con relativo éxito. Al año siguiente (1966) la compañía discográfica Polydor lanzó el disco El mundo de Elio Roca, donde grabó «Nadie me puede juzgar», «El amor», y las versiones en español de las canciones «Extraños en la noche» y «El amor», que tuvieron mucho éxito. Hizo numerosas presentaciones en televisión.

 

En 1967 viajó a Europa. En quince meses recorrió importantes programas de televisión, como Top of the Pops (en Londres) y Noches del Sábado (en España).

 

Participó en el IX Festival Internacional de la Canción de Benidorm (España) donde obtuvo un tercer puesto con la canción «Siempre te amaré». La canción vencedora fue Entre los dos, interpretada por Tony Dallara y Bettina, que no era la favorita del público. También participaron Raphael, Jaime Morey, Ana Kiro, Rosa Morena, Michel, Paula Rivas y Los 4 Ros. En Benidorm grabó el video de Siempre te amaré para el programa de televisión Casino Philips de Juan Carlos Mareco.

 

En 1970 ganó el primer premio en el Festival de Punta del Este (Uruguay), con una canción de su autoría, «Cuando el amor se da». Luego consiguió el primer premio en el Festival TV de la Canción (de Canal 13 de Buenos Aires), con una canción suya «Sembremos paz y amor por los caminos». Ese mismo año 1970 grabó canciones muy exitosas como «El triste», «Cómo deseo ser tu amor» y «Otra vez junto a ti». En noviembre de 1970 empezó la filmación de su primera película como protagonista: Vamos a soñar con el amor, que se estrenó en abril de 1971, con gran éxito.

 

Participó en la telenovela venezolana Una muchacha llamada Milagros. El tema central de otra telenovela venezolana, Gisela, fue «Contigo y aquí». En la producción venezolana Peregrina, de la escritora Delia Fiallo, con Rebeca González y José Bardina como protagonistas. En esta novela interpreta el tema central. Durante el desarrollo de la exitosa telenovela colombiana Betty la fea, su escritor Fernando Gaitán mencionó a Roca, diciendo: «Para enamorarse hay que escuchar a Elio Roca».

 

 

Fuente: Wikipedia.


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La teoría de las pasiones de Spinoza.

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

La teoría de las pasiones de Spinoza

 

 

 

Esta teoría ocupa prácticamente toda la Parte III de la obra clave de este autor Ethica ordine geometrico demonstrata.

 

Lo interesante de la perspectiva de Spinoza es que partiendo desde unas premisas ontológicas concretas y explicitas y sacando “ordine geometrico” las conclusiones que se siguen de ellas obtiene una teoría psicológica de las pasiones llamativa por lo realista y sugerente.

 

En la proposición III, Spinoza sostiene: “Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, por perseverar en su ser”. Esta idea viene a decir que cada realidad, desde un grano de arena o un planeta, tiene dentro de sí cierto ímpetu, cierto dinamismo que le lleva a existir y a perseverar en ese estado. Esta percepción muestra una visión de la realidad como dinamicidad o potencialidad continuamente latente. Los entes no aparecen como “ya hechos” sino que se nos muestran como realidades que sólo perviven por cierta potencialidad de ser continuamente actualizada. Es algo así como la voluntad de supervivencia en el mundo animal pero desplazado a todos los seres y no únicamente aplicada a los seres vivos. Obviamente esta “perseverancia en su ser” se muestra en los diferentes entes de diferentes maneras: en los animales es voluntad de supervivencia y en los entes inanimados es sencillamente ese “conatus” por el que son y no se hunden en las profundidades de la nada.

 

Este impulso de perseverancia en la existencia lógicamente también se encuentra en el hombre. En el escolio de la proposición III, explica que ese conatus en el alma se llama voluntad y cuando está en el alma y el cuerpo se llama apetito. El apetito es, por lo tanto, la esencia del hombre entendido como conjunto de alma y de cuerpo. En este contexto Spinoza introduce su famosa cita: “nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos”. Esta idea de que primero es el impulso de pervivencia (y en última instancia de conveniencia) y después el juicio moral fue, y es aún hoy, criticada como falacia naturalista sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta idea es perfectamente coherente con la filosofía determinista del autor judío. Todo acto humano ya sea un pensamiento o una acción tiene como fundamento este ímpetu de pervivir por lo que es perfectamente comprensible que el apetecer (impulso hacia la perseveración en el ser) fundamente algo tan abstracto como la moral, política o religión…

 

Spinoza pretende definir una serie de pasiones primarias para a partir de ellas elaborar su completa teoría. Las primeras pasiones de las que habla nuestro autor dependen directamente de ese esfuerzo de perseverar en su ser del que hablaba antes. Así define el deseo en III: “es el apetito acompañado de la conciencia del mismo”. El deseo es, entonces, ese ímpetu llevado al nivel de la conciencia; cuando nuestra mente capta ese apetito se transforma en anhelo, en deseo.

 

Existen otras dos pasiones primarias que fundamentarán todas las demás: la alegría, que se define como “una pasión por la que el alma pasa a una mayor perfección” (III. 11. op. cit); y la tristeza, definida como “una pasión por la que el alma pasa a una menor perfección” (III. 11. op. cit.). La pasión de la alegría produce placer y regocijo, mientras que la tristeza produce dolor o melancolía. Podríamos decir que para Spinoza esa voluntad de perseverar en su ser del hombre puede o bien verse frustrada o verse realizada; en el primer caso estaremos hablando de tristeza y en el segundo de alegría.

 

Como el mismo Spinoza reconoce, sólo existen estas tres pasiones primarias; a partir de ellas podremos sacar todas las demás pasiones secundarias. Aunque el número de las pasiones secundarias, hay dos que son, de las secundarias, las imprescindibles para entender toda su teoría de los afectos posterior: el amor y el odio.

 

En III. 13 op. cit. el filósofo holandés define al amor como “alegría acompañada por la idea de una causa exterior”; y odio como “tristeza acompañada de la idea de una causa exterior”. Así el amor nace de la alegría y el odio de la tristeza; cuando experimentamos alegría y esa idea se asocia a una causa sentimos amor hacia esa causa, todo lo contrario pasa con el odio. El objeto amado es aquel objeto que nos permite perseverar e incrementar nuestra esencia, esa es la razón de nuestro amor: la alegría.

 

De esta concepción sobre el amor se podrían sacar dos consecuencias: por un lado, sólo amamos lo que nos alegra, lo que nos conviene; por otro, ¿no es el amor, en definitiva para Spinoza, el camino que nos conduce a nosotros mismos, a la perseveración en nuestra esencia?

 

 

 

Fuente:

 

http://www.lasangredelleonverde.com/la-teoria-de-las-pasiones-de-spinoza/


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Baruch Spinoza, filósofo

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

 

Baruch Spinoza

 

 

 

 

Baruch Spinoza (conocido como Baruch de Spinoza o Benedict/Benito/Benedicto (de) Spinoza, según las distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su origen) (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí portugués, heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el francés René Descartes y el alemán Gottfried Leibniz.

 

Nació en Ámsterdam (Países Bajos), en 1632, procedente de una familia de judíos sefardíes emigrantes de la península Ibérica, que huía de la persecución en Portugal. Su familia procedía de España, de donde huyó durante el siglo XV a Portugal.

 

Se educó en la comunidad judía de Ámsterdam, donde se conservaba una considerable tolerancia religiosa, pese a la influencia de los clérigos calvinistas. Contrajo una tuberculosis que poco a poco minaría su salud, hasta ocasionarle una muerte temprana.

 

A pesar de haber recibido una educación ligada a la ortodoxia judía, por ejemplo, con la asistencia a las lecciones de Saúl Levi Morteira, el joven Spinoza mostró una actitud bastante crítica frente a estas enseñanzas y amplió sus estudios por su cuenta en matemáticas y filosofía cartesiana, dirigido por Franciscus van den Enden. Leyó también a Thomas Hobbes, Lucrecio y Giordano Bruno; estas lecturas lo fueron alejando de la ortodoxia judaica. A esto se le pueden sumar las influencias del grupo de los collegianten o ‘colegiantes’ (cristianos liberales protestantes neerlandeses), así como de heterodoxias judías hispano-portuguesas, estas últimas encarnadas principalmente en las figuras de Juan de Prado y Uriel da Costa.

 

Muerto su padre, en 1654, Spinoza no tenía ya que mantener oculto su descreimiento por respeto a la figura paterna. El 27 de julio de 1656 fue expulsado de la comunidad judía (así como excomulgado y desterrado de la ciudad), a la sazón dividida en dos grupos:

 

a) sefardíes: judíos expulsados de la península Ibérica y grupo al cual Spinoza pertenecía. Era un grupo parcialmente influido por la tradición humanista.

 

b) askenazíes: judíos procedentes de Europa central que al sufrir fuertes persecuciones durante la Edad Media emigraron en masa hacia el este, pero también a los Países Bajos e Inglaterra.

 

 

Fuente: Wikipedia.


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''Nueve semanas y media'', Elizabeth McNeil. Literatura erótica

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Nueve semanas y media

Elizabeth McNeil

 

 

 

 

 

Esta es una historia de amor tan poco frecuente, tan apasionada, tan extrema y, a la vez, tan real, que el lector no podrá sino seguir, fascinado, su ritual desarrollo. Dos personas, cultas, civilizadas e independientes, se encuentran un día por casualidad en una calle de Nueva York, un domingo de mayo, a principios de los años setenta, y dan comienzo a una relación que pronto pasará a ser una experiencia sado-masoquista de insólita intensidad.

 

Desde el inicio, establecen espontáneamente entre ellos estímulos sexuales que obedecen a un instintivo ritual de dominación y humillación, ritual que, por supuesto, es aceptado gozosamente, primero con sorpresa y luego con fruición auténtica, por la autora de esta estremecedora narración.

 

Naturalmente, a medida que avanza la relación, la pareja emprende juegos cada vez más elaborados y sofisticados que, al cabo de nueve semanas y media, la conducen a ella al absoluto descontrol de su cuerpo y de su mente.

 

Es una joven ejecutiva en una gran empresa de Nueva York. Nada más nos revela de sí misma, como si, de hecho, su vida, lo mejor de su vida, se ciñera al breve periodo que describe en este libro un extraordinario testimonio que nos introduce magistralmente en las contradicciones, los misterios y los placeres inconfesados de la sumisión libremente aceptada y llevada hasta sus últimas consecuencias.

 

Esta novela inspiró la película del mismo título dirigida por Adrian Lyne y protagonizada por Mickey Rourke y Kim Basinger.

 

 

A HB y HR: muchas gracias

 

 

 

 

 

La primera vez en que nos acostamos me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó. El me gustaba. Era hosco, en una forma que se me antojaba romántica; era gracioso, brillante, tenía una conversación interesante; y me daba placer.

 

La segunda vez, recogió mi foulard del suelo, donde yo lo había tirado al desnudarme, sonrió y dijo:

 

—¿Me dejas que te vende los ojos?

 

Nunca me habían vendado los ojos en la cama, y me gustó. El me gustó más aún que la primera noche y, después, mientras me lavaba los dientes, no podía dejar de sonreír: había encontrado a un amante extraordinariamente habilidoso.

 

La tercera vez, me puso repetidamente a punto de correrme. Cuando estaba por enésima vez dispuesta a estallar, volvió a detenerse; oí mi voz incorporal suplicarle que siguiera. Me contentó. Estaba empezando a enamorarme.

 

La cuarta vez, cuando estaba lo bastante excitada como para perder el mundo de vista, empleó el mismo foulard para maniatarme. Aquella mañana, me había mandado trece rosas a la oficina.

 

 

 

Para descargar el libro completo:

 

 

http://jk-blog.com.ar/descargas/McNeillElizabeth-NueveSemanasYMedia.pdf


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Reseña del libro ''Nueve semanas y media''

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Comentario del libro Nueve semanas y media

 

 

 

 

Reseño este libro, para sumar uno más a los tantos que tratan el tema de la dominación y sumisión, que hoy pareciera estar tan de moda. Vuelvo a preguntarme una vez más por qué pareciera ser que el erotismo tiene que venir por ese camino.

 

De todas maneras, si elegí "Nueve Semanas y Media", es porque no se centra en lo erótico de la historia. En este libro el foco está puesto en lo emocional, de un modo intenso e intimista.

 

Es un punto de vista completamente diferente sobre el mismo tema y me gusta que haya otras ópticas.

 

Cuando la autora, una empresaria neoyorkina, publicó esta novela, a fines de la década del 70, utilizó un pseudónimo, Elizabeth McNeil y se presume que la historia que nos relata, es su propia experiencia personal.

 

De más está decir, que está novela inspiró la película protagonizada por Mickey Rourke y Kim Basinger, dirigida en 1986 por Adrian Lyne, resultando ser una versión más sensual del libro, suavizando la intensidad del relato en primera persona utilizado por McNeill y la carga emocional del mismo.

 

La primera vez que nos acostamos me sujetó las manos por encima de la cabeza. Me gustó.

Él me gustaba.

Era hosco, de una forma que se me antojaba romántica; era gracioso, brillante, tenía una conversación interesante, y me daba placer.

 

Al leer este extracto del libro uno se predispone a pasar páginas y páginas de alto contenido erótico, pues no. No es un libro que esté construido narrativamente para erotizar al lector. Es un libro intimista, que nos lleva a la reflexión y a compartir lo más privado de la protagonista, su experiencia como sumisa de un hombre deseable al que apenas conoce.

 

Las escenas de sexo están presentes pero en un segundo plano y realmente no nos resultan importantes.

 

El tema central es la dominación y sumisión. La protagonista nos cuenta cómo en pocas semanas su vida cambia totalmente al comenzar su relación con el desconocido que conoció en la feria. No hay una crítica hacia el mundo de la dominación y sumisión, lo que hay es una declaración sobre cómo afectó emocionalmente a la protagonista.

 

El libro se lee de un tirón, es realmente breve, más bien un relato, por lo que en un abrir y cerrar de ojos hemos dado por terminada la historia. El clima del libro es constante, pasando por momentos de tensión y dramatismo, a una velocidad tal que impide que nos estanquemos en ello. Tiene la agilidad narrativa acorde a la relación de los protagonistas. Sin darnos respiro, concentrándose en lo importante y llevándonos a una historia de principio a fin sin distracciones. Con muy pocos diálogos, concreto, directo y carnal.

 

No es un libro para recordar, de hecho pasa tan rápido como se lee, pero en el momento de la lectura uno se sumerge en una buena prosa y un relato imposible de ignorar.

 

Lo recomiendo para los que están interesados en el tema. Aquí tienen un punto de vista diferente, narrado en primera persona y enfocándose en el aspecto emocional. Lo recomiendo también para los que gustan de historias cortas que se leen de un tirón.

 

No lo recomiendo para las amantes del romance y las historias idílicas. Esto es un relato crudo, sincero e intimista. El color rosa, no está presente en este libro.

 

"Nueve semanas y media" los invita a pensar y les deja una pregunta en el aire: ¿Cuál es el límite de la entrega amorosa y cuáles son las consecuencias? ¿Se pueden manejar?

 

 

 

Fuente:

 

http://leyendo-ando.blogspot.mx/2012/09/nueve-semanas-y-media-elizabeth-mcneill.html


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Solotrónica. Ciencia y tecnología

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

SE DESCUBRIÓ QUE...

Llegamos a la solotrónica

 

 

 

LUIS GONZÁLEZ DE ALBA16/02/14 2:15 AM

 

 

La Ley de Moore dice que cada 18 meses se duplica el número de transistores en un chip, se miniaturizan en un minúsculo circuito integrado. Fue enunciada en 1965 por Gordon Earl Moore, uno de los fundadores de Intel. Antes de los transistores, encendía uno la tele y debía esperar unos minutos a que diera imagen porque los bulbos (unas cosas del tamaño de un foco, para lectores muy jóvenes) debían calentarse.

Es claro que la reducción de los transistores tiene por límite el átomo o, en todo caso, el electrón si hubiera forma de que tome uno de dos valores y con ellos haga la función del transistor: significar un 1 o un 0. Hoy se expresan como “hay corriente de salida”, o “no hay”, en respuesta a una corriente de entrada. Es el bit del lenguaje binario de las computadoras.

Los teóricos de la inteligencia artificial destacan la similitud de los transistores con nuestras neuronas: hay neuronas que se encargan de retransmitir el impulso nervioso que reciben, pero pueden incrementarlo, disminuirlo y hasta bloquearlo. Hay un gran debate al respecto y es uno de los más interesantes de nuestra época, estos años maravillosos.

La Facultad de Física en la Universidad de Varsovia, Polonia, acaba de publicar, en Nature Communications, los últimos resultados en lo que ya se conoce como solotrónica: el campo de la electrónica basado en operaciones realizadas en un solo átomo.

El equipo de Varsovia comenzó por crear un nuevo tipo de “quantum dot” o punto cuántico. Recibe ese nombre el cristal semiconductor tan pequeño que “los electrones en su interior existen sólo en estados de energías específicas”, y esa energía puede ser incrementada con luz o, “por el contrario, puede disminuir al emitir luz cuando regresa al estado previo, al de nivel de energía inferior”, dice Piotr Kossacki. El punto cuántico está en la escala de los nanómetros: la milésima parte de una micra, la millonésima parte de un milímetro. Y se producen en materiales denominados semiconductores, como el silicio,  porque conducen o no la electricidad según diversos factores que pueden ser un campo magnético, presión, radiación o temperatura. Uno es el silicio, que se comporta como conductor o como aislante. Por eso llamamos “Valle del Silicio” la región de Palo Alto, cerca de San Francisco, California. Y alguna vez lo pudimos usar para Guadalajara, por su boyante industria electrónica, ahora con atraso tecnológico. Otro semiconductor empleado es el germanio.

Los físicos de Varsovia han creado puntos cuánticos por un proceso no sólo novedoso, sino que, por los materiales y elementos usados, “hace posible que aparatos solotrónicos puedan ser de uso amplio en el futuro”, y no lejano, sino a la vista. La técnica va así:

Muchos átomos pueden variar su energía al entrar a un campo magnético. Uno de tales átomos puede quedar al centro de un punto cuántico por el procedimiento polaco. “Los átomos con propiedades magnéticas alteran los niveles de energía de los electrones en un punto cuántico (podemos imaginar estos niveles como órbitas más o menos separadas del núcleo), esto afecta la forma en que esos átomos responden a la luz. Como resultado, el punto cuántico se vuelve detector del estado en que está el átomo”, y llegamos: si con luz podemos modificar el estado de un átomo tenemos lo mismo que hace la electricidad en un transistor de silicio, pero el tamaño de este transistor es un átomo. A un estado asignamos 0, a otro 1, y así tenemos la unidad de lenguaje binario, el bit, en un átomo.

“Las propiedades magnéticas más poderosas se han observado en átomos de manganeso”. El equipo creó puntos cuánticos en cobalto, en el que, hasta ellos, no se creía posible. También demostró que el cromo, el hierro y el níquel producen puntos cuánticos de más fácil manipulación que los de manganeso.

“Hemos demostrado que dos sistemas cuánticos que se pensaban inviables de hecho trabajaron con mucha eficacia. Esto abre un amplio campo para combinaciones de materiales previamente rechazadas…” concluye Wojciech Pacuski.

 

Novedad 2013: No hubo barco para mí en e-book:http://amzn.to/1jmE5tG

 

www.luisgonzalezdealba.com

 

Twitter: @LuisGonzlezdeA 

 

 

Fuente:

 

http://www.milenio.com/firmas/luis_gonzalez_de_alba_sedescubrioque/Llegamos-solotronica_18_246755345.html


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Adolfo Hitler y Eva Braun

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

 

Adolf Hitler y Eva Braun

 

 

 

 

El Führer no parecía ser un hombre de carne y hueso; se le desconocía toda relación privada, nada se sabía de sus diversiones, sus amistades o sus debilidades íntimas; tan sólo sus colaboradores Hess, Goebbels, Göring y otros que más tarde ocuparán los cargos importantes del Reich tenían acceso a su persona y lo acompañaban como sombras. Su principal afición era tomar el té con su gran amor, Eva Braun, a la que había conocido en Berchtesgaden en 1929, cuando ella contaba diecisiete años. Se trataba de una joven rubia y sonrosada, de aspecto fresco y sano, tal como le gustaban a Hitler y como convenía a su ideal ario. Su carácter alegre y despierto hizo que esta mujer se convirtiese en compañera inseparable del Führer, aunque nunca llegaría a ser oficialmente la primera dama de Alemania.

 

Una noche de octubre, en 1929, la nueva asistente del estudio fotográfico Hoffmann en Munich, Alemania, se sonrojó al descubrir a un cliente mirando sus muslos mientras ella, subida en una escalera, extraía unos documentos de un archivo difícil de alcanzar. Un poco más tarde, le preguntó a su jefe, Heinrich Hoffman: "¿Quién es ese hombre del bigotito raro?". Hoffman quedó sorprendido de que la joven no lo hubiera reconocido y le dijo que era Adolfo Hitler. Así fue que Eva Braun conoció a su primer y único amor.

 

Su mente era tan superficial, que en 1929 tenía sólo una vaga idea de lo que era el partido nazi (que para ese entonces contaba ya con casi medio millón de miembros). De lo que Eva se dio cuenta rápidamente fue de que la persona que podría ayudarla a salir de su mediocre situación era el hombre del bigotito raro. Por eso comenzó a quedarse en el estudio después del trabajo, para escudriñar los catálogos de fotos de Hitler y sus esbirros. Ella se rellenaba el sostén con papel tisú, pues había escuchado a Hoffman decir que el líder nazi tenía preferencia por las chicas de senos grandes. Poco a poco, el futuro Führer comenzó a enviarle pequeños regalos y notas.

 

Con su habitual excentricidad, su primera ofrenda fue una orquídea amarilla acompañada de un retrato de sí mismo, autografiado (sus regalos, nunca fueron muy expléndidos). Eva se sentía halagada, pero pasó un año antes de que Hitler le hiciera una invitación. Las salidas eran siempre iguales: cenar en su restaurante italiano favorito o ir a la ópera, donde Eva se aburría soberanamente. Testigos de aquellas salidas dicen que, durante este período, su relación era de padre/hija; ocasionalmente, Hitler le daba palmaditas en la mano llamándola "Mein Sonnenschein" (mi rayo de sol).

 

Su relación con Adolf Hitler empezó en 1930, antes de la muerte de Geli Raubal, la sobrina de Hitler. Eva mentía a sus padres diciéndoles que trabajaba horas extra. Hitler investigó sobre su pasado, ya que no quería sangre judía en la que sería su amante, pero ella quería casarse. Pensaba que "los hombres muy inteligentes deben estar con mujeres primitivas y necias que los dejen descansar". Aunque Eva pasó gran parte de su vida esperando a Hitler, prefería morir antes que separarse de él.

 

Durante los primeros meses de su romance, Eva tenía que soportar ver a Hitler con alguna aristócrata cargada de diamantes o del brazo de una vamp del cine alemán, mientras que ella debía permanecer oculta, desconocida, sola. Su verdadero estatus era conocido sólo por unos cuantos amigos y oficiales del partido nazi. En su inexperiencia, no sospechaba que él tenía relaciones íntimas con ellas. En realidad el líder alemán era tremendamente promiscuo e incluso estaba involucrado en una aventura amorosa con Geli Raubal, su sobrina de 23 años. En septiembre de 1931, cuando Geli se enteró que él tenía una amante fija, una noche mientras su tío Hitler dormía a su lado, ella tomó la pistola y de un disparo en el pecho se quitó la vida.

 

Meses después, Eva, presa de la desesperación y posiblemente pensando en Geli, se pegó un tiro; sin embargo su puntería era tan mala o estaba tan nerviosa que la bala solo le rozó el cuello. En 1935 hizo un segundo intento de suicidio; tomó pastillas para dormir, pero su hermana Ilse la encontró. En esta ocasión, Hitler le obsequió una villa privada en un suburbio de Munich y, al fin, la presentó a su círculo de íntimos.

 

Poco a poco, Eva logró ocupar un espacio en la vida de Hitler. Él la llamaba "conejita" o "tontita"; ella, "mi Führer", y lo tuteaba. Comenzó a recibir obsequios: dos perritos, abrigos de piel, un piso que pronto llenó de regalos. Viajaba con él como "secretaria privada", o la llamaba por teléfono todos los días, pero evitan que los vean juntos.

 

En ese tiempo Eva vivía con una serie de reglas impuestas por Hitler, más estrictas que las del hogar de sus padres: no podía escribir cartas ni llevar un diario, ni silbar, porque a Hitler le molestaba; ni hablarle antes de que él se dirigiera a ella, etc. La influencia de Hitler sobre Eva Braun era muy poderosa; tratando de complacer al dictador, ella estaba obsesionada con su apariencia física, e incluso su color de pelo "ario", era teñido. Eva no entendía que era justamente su forma de ser común, sencilla, lo que a él le gustaba. "Mientras más 'grande' el hombre, más insignificante debe ser la mujer", solía decir el Führer.

 

Era una mujer atlética, de una atractiva belleza pasiva, risueña y alegre, muy dada a participar en las fiestas sociales. No obstante, Hitler no se mostraba en público con ella por razones de prestigio, y tampoco en círculos restringidos si había alguna visita importante, así que pasaba el tiempo encerrada en los apartamentos de Hitler de Berlín o Múnich. Cuando dejaba que apareciese a su lado, la trataba como a una reina, y además de respetarla, siempre estuvo pendiente de que nadie le hiciera daño, porque en realidad la amaba.

 

En pleno sitio, estando a unos centenares de metros las fuerzas rusas, Hitler contrajo matrimonio con ella el 29 de abril de 1945. El día siguiente, ambos entraron en el despacho; antes Hitler mandó fusilar al cuñado de Eva, Hermann Fegelein, por intento de evasión y complicidad con Himmler en su traición. Al ser informada de este incidente, Eva intervino ante Hitler diciéndole: "Es joven, y su mujer espera un hijo, el único de la familia. No querrás que sea un huérfano". Hitler ordenó su ejecución, y dijo a Eva: "Es un traidor. Hay que ser implacable".

 

Así, a 16 metros bajo tierra, Eva pasó las últimas semanas de su vida en el búnker. Hubiera podido salvarse, pero no quiso abandonar a su amante. Él, como premio, la convirtió en su esposa. Vestida de tafetán y con sus joyas, firmó, por primera y única vez, con el nombre de Eva Hitler. Tras la ceremonia, se hizo una fiesta y, durante la noche de bodas, fue cuando Hitler mandó a fusilar al cuñado de Eva por intento de evasión.

 

A las 3:30 de la tarde del 30 de abril de 1945, ambos entraron al despacho de Hitler. Eva recibió una dosis de cianuro y una pistola, Hitler mascó la ampolla y se pega un tiro en la cabeza. Eva no alcanzó a percutir la pistola, murió por el veneno.

 

Hitler confió a su amigo Himmler que al morir volvería a reencarnar y que se casaría en la próxima vida con Eva Braun, "Ya que en estas épocas le era imposible", denotando las creencias espirituales del dictador.

 

 

Fuente:

 

http://historiayamantes.blogspot.mx/



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martes, 11 de febrero de 2014

Hegel, filósofo alemán

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Hegel, filósofo alemán

 

 

 

 

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770 – Berlín, 14 de noviembre de 1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Wurtemberg, recibió su formación en el Tübinger Stift (seminario de la Iglesia Protestante en Wurtemberg), donde trabó amistad con el futuro filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Le fascinaron las obras de Platón, Aristóteles, Descartes, Spinoza, Kant, Rousseau, así como la Revolución Francesa, la cual acabó rechazando cuando esta cayó en manos del terror jacobino. Se le considera el último de los grandes metafísicos. Murió víctima de una epidemia de cólera, que hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831.

 

Considerado por la historia clásica de la filosofía como el representante de «la cumbre del movimiento decimonónico alemán del idealismo filosófico» y como un revolucionario de la dialéctica, habría de tener un impacto profundo en el materialismo histórico de Karl Marx. La relación intelectual entre Marx y Hegel ha sido una gran fuente de interés por la obra de Hegel. Hegel es célebre como un filósofo muy oscuro, pero muy original, trascendente para la historia de la filosofía y que sorprende a cada nueva generación. La prueba está en que la profundidad de su pensamiento generó una serie de reacciones y revoluciones que inauguraron toda una nueva visión de hacer filosofía; que van desde la explicación del materialismo Marxista, el pre-existencialismo de Søren Kierkegaard, el escape de la Metafísica de Friedrich Nietzsche, la crítica a la Ontología de Martin Heidegger, el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la filosofía nietzscheana de Georges Bataille, la dialéctica negativa de Theodor W. Adorno y la teoría de la deconstrucción de Jacques Derrida, entre otros. Desde sus principios hasta nuestros días, sus escritos siguen teniendo gran repercusión, en parte debido a las múltiples interpretaciones posibles que tienen sus textos.

 

 

 

Fuente: Wikipedia.


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Amor y matrimonio en Hegel

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

Amor y matrimonio en Hegel

 

 

 

Con Hegel vuelve la cordura y la sensibilidad para con el amor conyugal. Para empezar, la “familia” es (antes que un contrato sexual o económico o ambas cosas indistinguiblemente) una unidad amorosa:

 

“En cuanto sustancialidad inmediata del espíritu, la familia se determina por su unidad sentida, el amor”.

 

Y agrega:

 

“Amor significa conciencia de mi unidad con otro…”

 

Por supuesto, el amor no es el mejor de los estados de conciencia, porque es en parte “irracional” y sentimental; por tanto, tampoco la familia es la última y más espiritual forma de relación humana, y solo alcanza la solución de sus contradicciones en el Estado (lo que no quiere decir —contra lo que, parece, quería Platón, y contra lo que dijeron luego los ideólogos comunistas, como Marx y Engels— que el Estado deba acabar con la familia, sino englobarla superando sus contradicciones):

 

“Pero el amor es sentimiento, es decir, la eticidad en la forma de lo natural. En el Estado no existe ya esa forma, pues en él se es consciente de la unidad en la ley: su contenido debe ser racional y yo debo saberlo”.

 

El amor, dice Hegel, es una contradicción viva:

 

“El primer momento en el amor es que no quiero ser una persona independiente para mí y que si lo fuera me sentiría carente e incompleto. El segundo momento consiste en que me conquisto a mí mismo en la otra persona y valgo en ella, lo cual le ocurre a esta a su vez en mí. El amor es por la tanto una enorme contradicción que el entendimiento no puede resolver, pues no hay nada más inconsistente que esa puntualidad de la autoconciencia que se niega y que sin embargo debo tener afirmativamente. El amor es al mismo tiempo la producción y la solución de la contradicción; en cuanto solución es la concordia ética”.

 

El amor es esta paradoja (que no se soluciona, como demuestra el Lisis de Platón, ni con la idea de complementación de contrarios, ni con la de afinidad de iguales), pero es también su propia “solución”, al menos momentánea: un círculo virtuoso de auto validación (que, sin embargo, siempre está amenazado por el hastío si no consigue alimento espiritual externo).

 

Pero, desde luego, el amor del que estamos hablando no es un amor incualificado, sino que es un amor íntimamente sexual, además de sexualmente íntimo. No obstante, el matrimonio o vida conyugal logra sublimar y dar todo su sentido, dentro de la vida humana, a esa sexualidad:

 

“En cuanto relación ética inmediata el matrimonio contiene, en primer lugar, el momento de la vida natural y, más concretamente, en cuanto relación sustancial, la vida en su totalidad como realidad de la especie y su proceso. Pero, en segundo lugar, la unidad solo interior o en sí de los sexos naturales, y precisamente por ello sólo exterior en su existencia, se transforma en autoconciencia en una unidad espiritual, en amor autonconsciente”.

 

Lo mejor de un romanticismo racionalizado. Hegel rechaza, como primitivas, las concepciones “naturalistas”, que ven al matrimonio como algo puramente físico. Y especialmente sobre Kant, dice:

 

“Igualmente primario es considerarlo meramente como un contrato civil, representación que aparece incluso en Kant (…) con lo que se rebaja el matrimonio a la forma de un uso recíproco de acuerdo con un contrato”.

 

El “amor consciente de sí”, se materializa en la institución del matrimonio, donde se elimina todo lo pasajero:

 

“El matrimonio debe determinarse, por lo tanto, de modo más exacto como el amor jurídico ético, en el cual desaparece lo pasajero, caprichoso y meramente subjetivo del mismo”.

 

El amor tiende a la perpetuidad, y un amor eventual es un fracaso. No obstante, Hegel se muestra sensible a la posibilidad de la disolución del matrimonio, pero piensa que el Estado debe dificultar eso lo más posible.

 

 

 

 Fuente:

 

http://biendeverdad.blogspot.mx/2012/07/amor-y-matrimonio-en-hegel-en-defensa_21.html


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La leyenda de Tristán e Isolda

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

La leyenda de Tristán e Isolda

 

 

 

 

 

Tristán e Isolda es una leyenda del ciclo arturiano que cuenta la historia de amor entre un joven llamado Tristán y una princesa irlandesa llamada Isolda, conocida popularmente como «La blonda» (la rubia), para distinguirla de otro personaje homónimo en el mismo relato, «Isolda la de las manos blancas». La principal característica de la historia se basa en mostrar un idilio extraordinario, que escapa de todas las normas y de los sentidos morales, centrando su atención en los sentimientos de los protagonistas. La trama, está enraizada en tradiciones que probablemente se remontan a la época de la dominación vikinga de la isla de Irlanda en el siglo X, durante el periodo del Reino de Dublín.

 

Se trata de una de las principales obras culturales de la edad media y el referente para la evolución cultural de la música del posromanticismo y otros movimientos culturales importantes del siglo XIX, así como la tendencia al gigantismo en una amplia variedad de artes en el siglo XX. Se escribió originalmente en francés, aunque luego fue traducida al alemán por el poeta Godofredo de Estrasburgo. Posteriormente se tradujo también al inglés, así como al noruego. La obra alcanzó su pleno desarrollo artístico entre los anglonormandos del siglo XII.

 

De las distintas versiones escritas en el siglo XII destacan las de Béroul, Thomas de Bretaña y Eilhart von Olberg, siendo la versión de Godofredo de Estrasburgo una recopilación posterior de estas tres anteriores. De todas las representaciones, la más afamada de ellas, además de por la ópera llevada a cabo por Richard Wagner, por su valor literario, misticismo y exaltación del amor humano, además de su descripción de la «Minnegrotte» (La Gruta del Amor), es la realizada por Godofredo.

 

De la obra original en francés sólo se conservaban algunos fragmentos del siglo XII, pero unidos a las partes de la misma leyenda escritas por el poeta anglonormando Thomas de Bretaña, sirvieron como principal fuente para la versión de Godofredo del siglo XIII. Es bien probable que la leyenda se forjase a través de tradiciones orales formadas en figuras tradicionales, mitos y folclore local combinado con mitos ancestrales, a las que se les añadió un toque dramático cuando fueron escritas.

 

Uno de sus fragmentos dice:

 

Ésta es mi oración: Toma este anillo, que es un signo del enlace entre ella y yo, y cuando llegues a tierra, preséntate como un comerciante de seda y telas, de modo que ella pueda ver el anillo. Entonces sabrá que mi corazón la saluda y que sólo ella puede darle consuelo, y que si nada hace moriría. Recuérdale nuestro pasado y nuestra tristeza y toda la alegría que había en nuestro amor fiel y tierno. Ojalá los corazones hallen fuerza contra la inconstancia, pese al dolor y toda la amargura de amar.

 

Louis Rhead (1858-1926): «La partida de Sir Tristán y la bella Isolda».

 

 

Tal y como se la conoce hoy día es parte de la herencia difundida por el romanticismo del siglo XIX mediante la ópera de Richard Wagner, pero sus primeras referencias escritas aparecen en el siglo XII, de manos de trovadores provenzales como Guerau de Cabrera, Cercamon o Bernart de Ventadorn, donde entrelazan la tradición de origen celta con la literatura medieval francesa, pero evidenciando asimismo que la historia ya se conocía en Francia antes de ser escrita. Debido a la conexión entre la corte de Enrique II de Inglaterra y Thomas de Bretaña, algunos autores han sugerido que la composición de su obra, fechada en 1160, es creación de Leonor de Aquitania, reina consorte de Francia e Inglaterra.

 

La versión de Béroul, situada según los autores entre 1150-1191, y posterior a la de Thomas, consiste en un romance en verso compuesto por 4 000 octosílabos que narra distintos episodios de la leyenda de forma épica. No obstante, es una obra discontinua que no permite reconstruir la trama de la leyenda de forma global. Tomás de Bretaña se centró en algunos fragmentos, allá en 1173, pero dejó grandes lagunas, además de enfocarse mayoritariamente en el tema del amor. Por su carácter lírico y con mayor cercanía a la poesía provenzal se considera a la versión de Thomas más cortés y refinada, aunque mutilada al comienzo, mientras que la de Béroul, que carecía de final, y que también se estima que se basó en Thomas para continuar la suya, se centra más en cuestionar el lugar que el amor y el deseo ocupan en la sociedad.

 

Fuente: Wikipedia.

 



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''Tristán e Isolda'', acto I, escenas I y II

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Tristán e Isolda

 

 

 

 

ACTO PRIMERO

 

 

En la cubierta de un buque hay una especie de tienda colgada de ricos tapices. Al principio estará completamente cerrada en el fondo; una estrecha escalera al lado conduce al casco del buque. Isolda, echada en un pequeño lecho, oculta su cara entre las almohadas. Brangania mira a un lado por encima del buque teniendo levantada una colgadura.

 

Escena I

 

Voz de un joven marinero.

(La voz parece descender de lo alto de un mástil).

 

La vista se espacia hacia poniente; el buque marcha a levante. Fresco sopla el viento hacia la patria. Niña irlandesa ¿dónde estás? ¿Hincha mis velas el soplo de tus suspiros? ¡Sopla, vientecillo sopla! ¡Ay, hija mía! ¡Muchacha irlandesa, ¡oh tú, esquiva y graciosa niña!

 

ISOLDA (estremeciéndose). ¿Quién se atreve a burlarse de mí? (Vuelve la vista en torno suyo con hosca mirada.) ¿Eres tú, Brangania? Dime ¿dónde estamos?

BRANGANIA (a la puerta de la tienda). A poniente se elevan zonas azules; el buque anda suave y rápidamente; con mar en bonanza, sin peligro, antes de la tarde tomaremos tierra.

ISOLDA.—¿Qué tierra?

BRANGANIA.— Las costas de Cornualles.

ISOLDA.—¡Jamás! ¡Ni hoy, ni nunca!

BRANGANIA (deja caer el tapiz, y aturdida de sorpresa, se acerca rápidamente a Isolda).—¿Qué oigo señora? ¿Y por qué?

ISOLDA (hablando consigo misma, con exaltación). ¡Raza degenerada, indigna de los antepasados! ¿Dónde perdiste madre tu poder de dominar? ¡Oh arte servil de la hechicera, que sólo prepara balsámicas bebidas! Revélate a mí, poder intrépido, levántate del seno en que te ocultaste. ¡Auras tímidas, oíd mi voluntad! Marchad al combate y estruendo tempestuoso, al furioso torbellino de tempestades desencadenadas. Apartad del sueño a este mar delirante, despertad del fondo su rencorosa furia; mostradle el botín que le ofrezco; despedace este buque altivo y trague sus rotos fragmentos. ¡Y a vosotros, oh vientos, os dejo en recompensa lo que en él vive, lo que alienta!

BRANGANIA. (Llena de espanto acude presurosa a Isolda).—¡Cielos! ¡Desdicha! ¡Accidente que presentí! ¡Isolda! ¡Señora! ¡Corazón querido! ¿Qué me has ocultado por tanto tiempo? Por tu padre y por tu madre no derramaste una lágrima; apenas saludaste a los que se quedaron: fría y muda partiste de la patria, pálida y silenciosa en la travesía, sin comer, sin dormir, locamente perturbada, inmóvil y perdida. ¿Cuánto he sufrido viéndote así sin que de nada te sirva y estando a tu lado como extranjera? ¡Oh, dime qué te da pena! Habla, di qué te atormenta. ¡Señora Isolda, queridísima amiga, descansa en Brangania, si ha de tenerse por digna de ti.

ISOLDA.—¡Aire! ¡Aire! ¡Ahógaseme el corazón!... ¡Abre de par en par! (Brangania abre precipitadamente las colgaduras del pabellón).

 

 

 

Escena II

 

TRISTÁN, KUWENAL, caballeros y escuderos

 

 

La vista se extiende a lo largo de la nave hasta el timón, y más allá del buque por el mar y por el horizonte. En medio del buque, en torno del palo mayor, están echados marineros que trabajan en los cables; algo más lejos, cerca de la popa, vence, también echados, caballeros y escuderos; a cierta distancia está de pie Tristán, cruzados los brazos y pensativo, mirando al mar. A sus pies Kurwenal está echado con indolencia. De lo alto del mástil se oye de nuevo la voz del joven marinero

 

 

ISOLDA (ve al momento a Tristán y fija en él su mirada; habla consigo misma con voz apagada).—Por mí elegido, —por mí perdido, —noble y puro, osado y cobarde: cabeza destinada a la muerte. Corazón consagrado a la muerte. (A Bragania, con inquieta sonrisa.) ¿Qué piensas tú de ese siervo?

BRANGANIA (sigue su mirada). ¿De quién hablas?

ISOLDA.—Del héroe que allá a mi mirada oculta la suya, de vergüenza, y baja la vista temeroso. Di ¿qué te parece?

BRANGANIA.—¿Preguntas por Tristán, el varón enaltecido, admiración de todos los reinos, el héroe sin par, tesoro y asilo de la gloria?

ISOLDA (con ironía). —Temeroso ante la lucha huye adonde puede, porque ha alcanzado para su señor una novia como un cadáver. ¿Te parecen enigmáticas mis palabras? Pregúntale tú misma a Tristán, si se atreverá a acercárseme. El tímido héroe olvida el saludo de homenaje y púdicas atenciones a su señora para que su mirada no le alcance a él. ¡El atrevido sin par! ¡Oh, bien sabe por qué! Ve al orgulloso y comunícale la orden de su señora: dispuesto a servirme, debe acercárseme al momento.

BRANGANIA.—¿He de pedirle, pues que te salude?

ISOLDA.—Yo Isolda, mando al vasallo que respete a la señora.

(A una señal de mando de Isolda, se aleja Brangania, pasa por delante de los marineros que trabajan, y atraviesa el puente hasta la popa. Isolda la sigue con la vista fija, retrocede a su pequeño lecho, en donde permanece sentada durante el diálogo que sigue, dirigiendo la vista hacia popa).

KURWENAL (al ver llegar a Brangania, sin levantarse, tira del vestido a Tristán).— ¡Atiende, Tristán! Mensaje de Isolda.

TRISTÁN (estremeciéndose).—¿Qué es? ¿Isolda? (Se repone al momento que Brangania se acerca y le hace una reverencia.) ¿De mi señora? ¿Qué recado trae la fiel criada para mí, obediente servidor de ella?

BRANGANIA.—Señor Tristán, Isolda, mi señora, desea verte.

TRISTÁN.—Esta larga travesía, que toca ya a su término, la molesta; antes de ponerse el sol estaremos en tierra. Cúmplase puntualmente cuanto tenga a bien mandarme.

BRANGANIA.—Vaya el señor Tristán a ella; tal es la voluntad de mi señora.

TRISTÁN. Allá, donde los verdes campos toman todavía un tinte azulado, mi rey espera a mi señora: para acompañarla hasta él pronto me acercaré a su persona; a nadie cedería este favor.

BRANGANIA.—Oye bien, señor Tristán; desea mi señora que la sirvas, que te acerques a ella al momento, allá donde te aguarda.

TRISTÁN.—Do quiera que me encuentre, la serviré fielmente, perfecto dechado de las mujeres. Si en este momento dejase el timón, ¿cómo guiaría con seguridad el buque hacia la tierra del rey Marke?

BRANGANIA.—Tristán, ¿te burlas de mí? Si no te parecen claras las palabras de la torpe criada, escucha la orden de mi señora. Ella me hizo decir: Yo, Isolda, mando al vasallo que respete a la señora.

KURWENAL.—¿Se me permite dar la respuesta?

TRISTÁN.—¿Qué contestarías?

KURWENAL.—Que diga a la señora Isolda: Quien cede la corona de Cornualles y la herencia de Inglaterra a una hija de Irlanda, no puede ser vasallo de la misma joven que él regala a su tío. ¡Señor del mundo, Tristán el héroe! Yo lo aclamo: tú dilo, y mil señoras Isoldas me tendrán resentimiento.

 

(En tanto que Tristán con ademanes quiere hacerle callar y Brangania se dispone a marcharse, Kurwenal canta con fuerza a la mensajera que se aleja vacilante:) «El señor Moroldo se fue por mar para cobrar el tributo en Cornualles; en el desierto mar flota una isla, allí está él sepultado, su cabeza está, pues, suspendida en la tierra de Irlanda como tributo pagado por Inglaterra. ¡Ah! ¡Tristán nuestro héroe! ¡Cómo puede pagar el tributo!»

 

(Kurwenal, reprendido por Tristán, baja al camarote de delante. Brangania, que llena de confusión llega a Isolda, deja caer tras de sí los tapices, en tanto que afuera los de la tripulación repiten la canción de Kurwenal.)

 

CABALLEROS Y ESCUDEROS.—«¡Ah, Tristán, nuestro héroe! ¡Cómo puede pagar el tributo!»

 

 

 

Para descargar el libro completo:

 

http://juntoalbosque.files.wordpress.com/2009/04/tristan-e-isolda.pdf


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