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martes, 18 de febrero de 2014

Adolfo Hitler y Eva Braun

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

 

Adolf Hitler y Eva Braun

 

 

 

 

El Führer no parecía ser un hombre de carne y hueso; se le desconocía toda relación privada, nada se sabía de sus diversiones, sus amistades o sus debilidades íntimas; tan sólo sus colaboradores Hess, Goebbels, Göring y otros que más tarde ocuparán los cargos importantes del Reich tenían acceso a su persona y lo acompañaban como sombras. Su principal afición era tomar el té con su gran amor, Eva Braun, a la que había conocido en Berchtesgaden en 1929, cuando ella contaba diecisiete años. Se trataba de una joven rubia y sonrosada, de aspecto fresco y sano, tal como le gustaban a Hitler y como convenía a su ideal ario. Su carácter alegre y despierto hizo que esta mujer se convirtiese en compañera inseparable del Führer, aunque nunca llegaría a ser oficialmente la primera dama de Alemania.

 

Una noche de octubre, en 1929, la nueva asistente del estudio fotográfico Hoffmann en Munich, Alemania, se sonrojó al descubrir a un cliente mirando sus muslos mientras ella, subida en una escalera, extraía unos documentos de un archivo difícil de alcanzar. Un poco más tarde, le preguntó a su jefe, Heinrich Hoffman: "¿Quién es ese hombre del bigotito raro?". Hoffman quedó sorprendido de que la joven no lo hubiera reconocido y le dijo que era Adolfo Hitler. Así fue que Eva Braun conoció a su primer y único amor.

 

Su mente era tan superficial, que en 1929 tenía sólo una vaga idea de lo que era el partido nazi (que para ese entonces contaba ya con casi medio millón de miembros). De lo que Eva se dio cuenta rápidamente fue de que la persona que podría ayudarla a salir de su mediocre situación era el hombre del bigotito raro. Por eso comenzó a quedarse en el estudio después del trabajo, para escudriñar los catálogos de fotos de Hitler y sus esbirros. Ella se rellenaba el sostén con papel tisú, pues había escuchado a Hoffman decir que el líder nazi tenía preferencia por las chicas de senos grandes. Poco a poco, el futuro Führer comenzó a enviarle pequeños regalos y notas.

 

Con su habitual excentricidad, su primera ofrenda fue una orquídea amarilla acompañada de un retrato de sí mismo, autografiado (sus regalos, nunca fueron muy expléndidos). Eva se sentía halagada, pero pasó un año antes de que Hitler le hiciera una invitación. Las salidas eran siempre iguales: cenar en su restaurante italiano favorito o ir a la ópera, donde Eva se aburría soberanamente. Testigos de aquellas salidas dicen que, durante este período, su relación era de padre/hija; ocasionalmente, Hitler le daba palmaditas en la mano llamándola "Mein Sonnenschein" (mi rayo de sol).

 

Su relación con Adolf Hitler empezó en 1930, antes de la muerte de Geli Raubal, la sobrina de Hitler. Eva mentía a sus padres diciéndoles que trabajaba horas extra. Hitler investigó sobre su pasado, ya que no quería sangre judía en la que sería su amante, pero ella quería casarse. Pensaba que "los hombres muy inteligentes deben estar con mujeres primitivas y necias que los dejen descansar". Aunque Eva pasó gran parte de su vida esperando a Hitler, prefería morir antes que separarse de él.

 

Durante los primeros meses de su romance, Eva tenía que soportar ver a Hitler con alguna aristócrata cargada de diamantes o del brazo de una vamp del cine alemán, mientras que ella debía permanecer oculta, desconocida, sola. Su verdadero estatus era conocido sólo por unos cuantos amigos y oficiales del partido nazi. En su inexperiencia, no sospechaba que él tenía relaciones íntimas con ellas. En realidad el líder alemán era tremendamente promiscuo e incluso estaba involucrado en una aventura amorosa con Geli Raubal, su sobrina de 23 años. En septiembre de 1931, cuando Geli se enteró que él tenía una amante fija, una noche mientras su tío Hitler dormía a su lado, ella tomó la pistola y de un disparo en el pecho se quitó la vida.

 

Meses después, Eva, presa de la desesperación y posiblemente pensando en Geli, se pegó un tiro; sin embargo su puntería era tan mala o estaba tan nerviosa que la bala solo le rozó el cuello. En 1935 hizo un segundo intento de suicidio; tomó pastillas para dormir, pero su hermana Ilse la encontró. En esta ocasión, Hitler le obsequió una villa privada en un suburbio de Munich y, al fin, la presentó a su círculo de íntimos.

 

Poco a poco, Eva logró ocupar un espacio en la vida de Hitler. Él la llamaba "conejita" o "tontita"; ella, "mi Führer", y lo tuteaba. Comenzó a recibir obsequios: dos perritos, abrigos de piel, un piso que pronto llenó de regalos. Viajaba con él como "secretaria privada", o la llamaba por teléfono todos los días, pero evitan que los vean juntos.

 

En ese tiempo Eva vivía con una serie de reglas impuestas por Hitler, más estrictas que las del hogar de sus padres: no podía escribir cartas ni llevar un diario, ni silbar, porque a Hitler le molestaba; ni hablarle antes de que él se dirigiera a ella, etc. La influencia de Hitler sobre Eva Braun era muy poderosa; tratando de complacer al dictador, ella estaba obsesionada con su apariencia física, e incluso su color de pelo "ario", era teñido. Eva no entendía que era justamente su forma de ser común, sencilla, lo que a él le gustaba. "Mientras más 'grande' el hombre, más insignificante debe ser la mujer", solía decir el Führer.

 

Era una mujer atlética, de una atractiva belleza pasiva, risueña y alegre, muy dada a participar en las fiestas sociales. No obstante, Hitler no se mostraba en público con ella por razones de prestigio, y tampoco en círculos restringidos si había alguna visita importante, así que pasaba el tiempo encerrada en los apartamentos de Hitler de Berlín o Múnich. Cuando dejaba que apareciese a su lado, la trataba como a una reina, y además de respetarla, siempre estuvo pendiente de que nadie le hiciera daño, porque en realidad la amaba.

 

En pleno sitio, estando a unos centenares de metros las fuerzas rusas, Hitler contrajo matrimonio con ella el 29 de abril de 1945. El día siguiente, ambos entraron en el despacho; antes Hitler mandó fusilar al cuñado de Eva, Hermann Fegelein, por intento de evasión y complicidad con Himmler en su traición. Al ser informada de este incidente, Eva intervino ante Hitler diciéndole: "Es joven, y su mujer espera un hijo, el único de la familia. No querrás que sea un huérfano". Hitler ordenó su ejecución, y dijo a Eva: "Es un traidor. Hay que ser implacable".

 

Así, a 16 metros bajo tierra, Eva pasó las últimas semanas de su vida en el búnker. Hubiera podido salvarse, pero no quiso abandonar a su amante. Él, como premio, la convirtió en su esposa. Vestida de tafetán y con sus joyas, firmó, por primera y única vez, con el nombre de Eva Hitler. Tras la ceremonia, se hizo una fiesta y, durante la noche de bodas, fue cuando Hitler mandó a fusilar al cuñado de Eva por intento de evasión.

 

A las 3:30 de la tarde del 30 de abril de 1945, ambos entraron al despacho de Hitler. Eva recibió una dosis de cianuro y una pistola, Hitler mascó la ampolla y se pega un tiro en la cabeza. Eva no alcanzó a percutir la pistola, murió por el veneno.

 

Hitler confió a su amigo Himmler que al morir volvería a reencarnar y que se casaría en la próxima vida con Eva Braun, "Ya que en estas épocas le era imposible", denotando las creencias espirituales del dictador.

 

 

Fuente:

 

http://historiayamantes.blogspot.mx/



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