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lunes, 30 de marzo de 2015

Júpiter demoledor. Ciencia

 

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), dese México.

 

 

 

Júpiter pudo haber destruido los primeros planetas del Sistema Solar

 

 

 

 

GDA / El Mercurio / Chile| El Universal

14:34Miércoles 25 de marzo de 2015

 

 

 

Estudio plantea que antes que el planeta gigante se ubicara en su órbita actual habría actuado como una bola de demolición, generando colisiones entre los primeros planetas

 

 

 

Antes de ubicarse en su órbita actual Júpiter podría haber actuado como una bola de demolición, destruyendo una primera generación de planetas interiores del Sistema Solar primitivo, según un estudio publicado por las Actas de la Academia Nacional de Ciencia de Estados Unidos.

Estos resultados podrían ayudar a explicar por qué nuestro Sistema Solar es tan diferente a los cientos de otros sistemas planetarios que los astrónomos han descubierto en los últimos años, ya que la mayoría de los planetas extrasolares están mucho más cerca de sus estrellas que los planetas interiores de nuestro sistema.

"Ahora que podemos mirar a nuestro propio sistema solar en el contexto de todos estos otros sistemas planetarios, una de las características más interesantes es la ausencia de planetas dentro de la órbita de Mercurio", dijo Gregory Laughlin, profesor y director de astronomía y astrofísica en la Universidad de California en Santa Cruz y coautor del artículo.

"El sistema planetario, cuestión común en nuestra galaxia, parece ser un conjunto de súper-Tierras con periodos orbitales alarmantemente cortos. Nuestro sistema solar está mirando cada vez más como un bicho raro", agregó.

Esta investigación plantea que Júpiter migró primero hacia adentro, hacia el Sol, hasta la formación de Saturno que hizo que revertiera el curso y migrara hacia el exterior a su posición actual.

En ese momento es posible que planetas rocosos se hayan estado formando cerca del Sol, camino a convertirse en típicas "súper-Tierras". Sin embargo, las perturbaciones gravitacionales del movimiento de Júpiter habrían barrido los planetas interiores, lo que desencadenó una serie de colisiones que destruyeron todos los cuerpos nacientes en pedazos, llevándolos hacia el Sol.

Una segunda generación de planetas interiores se habría formado posteriormente a partir del material que quedó como resultado, lo que coincide con la evidencia de que los planetas interiores de nuestro Sistema Solar (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) son más jóvenes que los planetas exteriores.

La teoría de la migración de Júpiter fue planteada por otro equipo de astrónomos en 2011, lo que fue conocido como "Gran Track".

Esta nueva investigación apoya lo anterior concluyendo que las consecuencias de ese movimiento generaron las condiciones para que se formaran planetas como la Tierra.

 

kal 

 

 

 

Fuente:

 

 

http://www.eluniversal.com.mx/ciencia/2015/jupiter-destruir-primeros-planetas-103429.html

 


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Datos biográficos de Rafael Sanzio, artista italiano

 

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Raffaello Sanzio

 

 

 

 

Raffaello Sanzio (Urbino, 6 de abril de 1483 – Roma, 7 de abril de 1520), también conocido como Rafael de Urbino o, simplemente, como Rafael, fue un pintor y arquitecto italiano del Alto Renacimiento. Además de su labor pictórica, que sería admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y, como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los vestigios grecorromanos.

 

Hijo de un pintor de modesta relevancia, fue considerado un niño prodigio por su precoz habilidad y al quedar huérfano se formó en los talleres de varios artistas de prestigio. A los 25 años obtuvo su primer encargo oficial, la decoración de las Estancias Vaticanas, donde pintó algunos frescos como La escuela de Atenas, considerado una de sus obras cumbre. Es célebre por la perfección y gracia de sus artes visuales, destacando en trabajos de pintura y dibujo artístico. Junto con Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, forma el trío de los grandes maestros del período.

 

Nació en Viernes Santo y falleció en esta misma festividad el día que cumplió 37 años. Fue un artista muy productivo, en parte gracias a que dirigió un taller conformado por numerosos colaboradores, y, a pesar de su muerte prematura, dejó una extensa obra que en gran parte aún se conserva. La mayor parte de su trabajo está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las habitaciones conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.

 

Después de sus años de juventud en Roma, gran parte de su obra, a pesar de haber sido diseñada por él, fue ejecutada por su taller, con una considerable pérdida de calidad. Ejerció gran influencia en su época; aunque fuera de Roma su obra fue conocida sobre todo a través de la producción que hicieron los talleres de grabado que colaboraban con él. Después de su muerte, la influencia de su principal rival, Miguel Ángel, se intensificó hasta los siglos XVIII y XIX, cuando las cualidades más serenas y armoniosas de Rafael, fueron consideradas de nuevo como un modelo superior.

 

Su carrera se dividió de manera natural en tres fases y tres estilos, descritos así por Giorgio Vasari: sus primeros años en Umbría, el periodo posterior de cuatro años en Florencia (1504-1508), donde absorbió las tradiciones artísticas de la ciudad, y finalmente su último y triunfal período de doce años en Roma, trabajando para los papas y su corte.

 

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 


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''La transfiguración'', Rafael. Pintura

 

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La Transfiguración de Rafael

 

 

 

 

 

La Transfiguración (en italiano, La trasfigurazione), es una pintura del artista renacentista italiano Rafael Sanzio, que fue realizada circa 1517-1520, dentro del periodo romano del artista. Esta obra está considerada su última pintura, que dejó inacabada y que se cree fue completada por su alumno Giulio Romano poco después de la muerte de Rafael en 1520. Es una pintura al óleo sobre tabla, de 405 centímetros de alto y 278 cm de ancho. Se conserva en la Pinacoteca Vaticana (Museos Vaticanos), Ciudad del Vaticano.

 

La obra fue un encargo del cardenal Julio de Médicis en 1516 para la catedral titular de San Justo en Narbona, Francia, sede obispal del comitente. Al artista italiano Sebastiano del Piombo se le encargó, al mismo tiempo, la pintura de La resurrección de Lázaro para la catedral (actualmente en la National Gallery de Londres).

 

Después de la muerte prematura de Rafael en 1520, el cardenal retuvo la pintura en lugar de enviarla a Francia. Posteriormente la donó a la iglesia de San Pietro in Montorio, Roma. Fue robada por las tropas francesas y llevada a París en 1797, pero después de 1815 fue devuelta al Vaticano, donde se encuentra actualmente.

 

Una notable copia al óleo, realizada por Gianfrancesco Penni, discípulo de Rafael, se conserva en el Museo del Prado de Madrid. Es de formato casi idéntico, pero difiere en algunos detalles y presenta una iluminación menos contrastada.

 

Una copia en mosaico de la misma pintura se instaló en la Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano en 1767. La restauración ha devuelto a los colores su máxima expresividad.

 

Constituye un resumen de toda la evolución artística de Rafael. Inicialmente, la Transfiguración se había pensado de modo distinto: la primera idea era representar una teofanía (aparición de Dios), pero influido por Sebastiano del Piombo divide la escena, adoptando una composición original. Las dos partes, bien distintas, en las que se divide, narran episodios sucesivos del Evangelio de Mateo: capítulo 17, versículos 1 a 13. La parte superior de la pintura muestra la transfiguración de Jesucristo en el monte Tabor, con Cristo transfigurado flotando en frente de nubes suavemente iluminadas, perdiendo la materialidad para transformarse en Espíritu Santo entre los profetas Moisés y Elías con quienes está conversando, según el relato del evangelista Mateo. Debajo de él hay tres discípulos, en tierra, asustados (Pedro, Santiago y Juan).

 

En la parte inferior, Rafael representa a los Apóstoles intentando, sin éxito, liberar a un niño poseído de los demonios o epiléptico. Son incapaces de curar al niño enfermo hasta la llegada de Jesucristo, recientemente transfigurado, quien lleva a cabo el milagro.

 

La Transfiguración de Rafael constituye el comienzo de una nueva era, prefigurando el manierismo, como se evidencia en las posturas estilizadas y retorcidas de la parte inferior; pero también anticipa el arte barroco, como se evidencia en la tensión dramática imbuida a tales figuras, y el fuerte uso del claroscuro. Presenta así una nueva tipología de cuadro que marcará todo el curso del siglo XVI.

 

En el nivel más simple, la pintura puede interpretarse como una representación de una dicotomía: arriba, el poder redentor de Cristo, abajo, las debilidades de los hombres. La zona celestial de Cristo redentor se caracteriza por la pureza y la simetría, con figuras menos táctiles y tratadas con colores más claros. En cambio, la zona inferior es una escena oscura, caótica, en la que hay fuertes acordes cromáticos.

 

Ambas partes, sin embargo, mantienen cierta relación gracias sobre todo a la pared rocosa en sombras. También hay figuras en la parte inferior que apuntan a la superior, con claras diagonales que llevan la mirada hacia arriba.

 

El filósofo Nietzsche interpretó la pintura en su libro El nacimiento de la tragedia como una imagen del conflicto entre los principios apolíneos y dionisíacos.

 

El pintor y escultor del siglo XVI, Giorgio Vasari, escribió en su obra Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos que la Transfiguración fue la obra «más bella y más divina» de Rafael.

 

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 

 

 

 

Es imposible decir exactamente cuál de todas las conmovidas y gesticulantes figuran que se agrupan en la parte de abajo es la que nos está invitando a mirar. Nuestros ojos son llamados a moverse en múltiples direcciones, tan pronto como se sigue una de las direcciones indicadas por brazos, dedos o miradas, tal guía nos confunde y nos lleva a seguir otra dirección. Las figuras señalan hacia un lado y miran hacia otro lado. ¨Puede verse, a lo lejos, un paisaje, pero el acceso está obstruido. Si se llegara a la parte superior, se notarían formas tan endebles que la vista no se quedaría en esa área y volvería a entrar en la confusión discordante de la parte de abajo.

 

Si se intentara hacer un diagrama compositivo del cuadro, podría resultar un incomprensible e irracional tejido de líneas que se tienden arbitrariamente de un punto a otro. La mujer arrodillada que destaca en la parte de abajo es la única que se mantiene con propiedad dentro de toda esa confusión. Esta figura es bella en sí misma, a pesar de la actitud artificiosa, pero su importancia radica en que señala, en medio del caos de líneas, al niño epiléptico cuya cura milagrosa realizada por Jesús maravilla a los espectadores. Lo curioso es que la mujer señala hacia el muchacho, pero la fuerza de su mirada señala hacia el lado opuesto.

 

 

 

Fuente: Apreciación estética, Pintura. SEP, México, 2007, p. 240.

 


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''After the rain'', Duke Pearson. Melodía

 

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Duke Pearson

 

 

 

 

Duke Pearson fue un pianista, compositor y arreglista estadounidense.

 

Columbus Calvin Pearson, Jr, más conocido como Duke Pearson había comenzado estudiando diversos instrumentos de viento y piano, y fue su habilidad con este último instrumento la que le valió, por parte de su tío —un admirador de Duke Ellington— su sobrenombre. Problemas dentales le hicieron concentrarse en el estudio del piano, y como tal trabajó en Atlanta y en otras ciudades de Georgia y Florida antes de trasladarse a Nueva York en 1959. Allí conoce al trompetista Donald Byrd e ingresa en su banda, además de participar en el sexteto de Arte Farmer/Benny Golson y acompañar a Nancy Wilson. En 1963 arregla diversos temas en formación de septeto y coro de ocho voces para el álbum de Donald Byrd "A New Perspective", trabajo que incluía su "Cristo Redentor", un hit instantáneo. De 1963 a 1970 registra varias sesiones para Blue Note, y publica también bajo su nombre. De 1967 a 1970, y después también en 1972 lidera una big band que incluye músicos del calibre de Pepper Adams, Chick Corea, Lew Tabackin, Randy Brecker o Garnett Brown. A lo largo de la década de los 70 continúa su trabajo como acompañante de distintos solistas, entre las cuales destaca Carmen McRae, pero cae gravemente enfermo y finalmente fallece por complicaciones derivadas de la esclerosis múltiple en 1980.

 

Pianista cauto pero dotado, Duke Pearson será recordado sobre todo por haber sido el autor de varias piezas memorables, como el "Cristo Redentor" que compuso para Donald Byrd, su "Sweet Honey Bee", editado en conjunción con Lee Morgan y "Jeannine", un tema que ha alcanzado la categoría de estándar de jazz. A finales de los 60, y como la mayoría de los artistas de la Blue Note Records, Pearson viró desde el jazz más convencional hacia un soul jazz más comercial, aunque Pearson no perdió su toque delicado y su buen gusto al piano. Maestro consumado en el campo del jazz, la música de Pearson refleja elementos procedentes de ámbitos tan diversos como el pop, el hard bop, el soul-jazz, la bossa nova, el latin jazz, el funk o la música de las grandes big bands.

 

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 


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''El vigilante´´, Michael Winner. Cine

 

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El vengador anónimo

Michael Winner

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=T8SG2h8_ZhA

 

 

Death Wish (El justiciero de la ciudad en España y El Vengador Anónimo en Latinoamérica) es una película estadounidense de suspenso de 1974, dirigida por Michael Winner y protagonizada por Charles Bronson.

 

Joanna Kersey (Hope Lange) y su hija Carol Anne (Kathleen Tolan) hacen las compras en un supermercado local. Tres delincuentes están haciendo estragos en el supermercado. Después de que ella pide al empleado del supermercado que le entreguen sus compras en su domicilio los delincuentes observan la dirección en el ticket. La siguen al departamento, buscan dinero, y sólo encuentran $7.00 dólares. Los delincuentes a continuación violan a Carol y golpean a Joanna. El yerno de Paul Kersey, Jack Toby (Steven Keats), llama a su suegro para decirle que Joanna y Carol están en el hospital. Paul llega al hospital y después de esperar con impaciencia, un médico le dice que su esposa ha muerto. La policía le informa que la probabilidad de capturar a los criminales es muy poca.

 

Al día siguiente, el jefe de Kersey lo envía a Tucson, Arizona, para cumplir con un cliente, Ames Jainchill (Stuart Margolin). Paul es testigo de un simulacro de tiroteo en Old Tucson, una ciudad reconstruida utilizada como set de filmación. En un club de tiro, Ames se impresiona cuando Kersey dispara con una precisión perfecta de tiro al blanco. Éste revela que fue un objetor de conciencia durante la Guerra de Corea y que sirvió a su país como enfermero de combate. Ames le entrega un obsequio en el aeropuerto.

 

De vuelta en Nueva York, se entera de que su hija está en coma. Paul abre su maleta para encontrar que el regalo de Ames es un revólver niquelado. Kersey guarda el arma en su abrigo y sale a dar una vuelta. Kersey se encuentra con un asaltante, que intenta robarle, armado con una pistola. Kersey le dispara. Impresionado por que acaba de matar a un ser humano, Kersey vomita. Pero su venganza sigue a la noche siguiente, cuando dispara a tres hombres más que están robando a un anciano indefenso en un callejón.

Unas noches más tarde, dos asaltantes ven a Paul en el subterráneo. Intentan robarle, pero Kersey los mata a tiros. Kersey se interna en un área próxima a Harlem, donde es seguido por dos matones. Una vez más un intento de robo; Kersey le dispara a uno, pero el otro se las arregla para apuñalarlo en el hombro. El que lo apuñaló se escapa herido, pero muere en un hospital.

 

El teniente de policía Frank Ochoa (Vincent Gardenia) investiga los asesinatos del vigilante. Su investigación se reduce a una lista de hombres que han tenido recientemente un miembro de su familia asesinado por asaltantes y que son veteranos de guerra. La gente, por su parte, está feliz de que alguien esté haciendo algo contra el crimen. Ochoa pronto sospecha de Kersey. Está a punto de hacer un arresto cuando el fiscal del distrito (Fred J. Scollay) interviene y le dice a Ochoa que lo deje suelto. Paul Kersey dispara dos veces más antes de ser herido por un atracador. Hospitalizado, Ochoa le exige irse de Nueva York, de forma permanente. Paul Kersey acepta y responde: "Al ponerse el sol".

 

Paul Kersey llega a la estación de Chicago en tren. Al ser recibido por un representante de la empresa, se da cuenta de que un grupo de delincuentes están acosando a una mujer. Se disculpa y ayuda a la mujer. Los delincuentes le hacen gestos obscenos. Kersey apunta con su mano derecha simulando un arma contra ellos y sonríe.

 

 

Reparto:

 

Charles Bronson: Paul Kersey.

Hope Lange: Joanna Kersey.

Vincent Gardenia: Frank Ochoa.

Kathleen Tolan: Carol Toby.

Steven Keats: Jack Toby.

William Redfield: Sam Kreutzer.

Stuart Margolin: Ames Jainchill.

Jeff Goldblum: Pandillero.

 

 

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 


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Carolyn Jones, belleza y talento

 

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Carolyn Jones

 

 

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=meUXQiGu-mY

 

 

 

 

Carolyn Sue Jones (Amarillo, de Texas, 28 de abril de 1930 - West Hollywood, de California, 3 de agosto de 1983) fue una actriz estadounidense.

 

Jones comenzó su carrera cinematográfica en la década de 1950, ya a finales de la década había logrado el reconocimiento con una nominación para un Oscar a la mejor actriz de reparto por The Bachelor Party (1957) y un Globo de Oro como una de las actrices prometedoras de 1959. Su carrera cinematográfica continuó durante algunos años, y en 1964 ella comenzó a interpretar el papel de Morticia Addams en la serie de televisión The Addams Family (La Familia Addams), recibiendo una nominación al Golden Globe Award por su trabajo.

 

Cuando Carolyn tenía 3 años su padre abandonó a su esposa y a sus dos hijas. Desde pequeña se vio afectada por el asma, pero siempre supo que quería ser actriz. En la década de 1940 fue aceptada en una escuela de actuación en Pasadena. Más tarde, durante la década de 1950 Carolyn participó en varias películas al lado de actores como Elvis Presley y Frank Sinatra entre otros.

 

Algunos de sus más notorios trabajos fueron en esa década, en clásicos como: "Los crímenes del museo de cera" (The house of wax, 1953, André de Toth), junto a Vincent Price; King Creole (1956), al lado de Elvis Presley; "La noche de los maridos" (1957, Delbert Mann) entre un reparto de secundarios formado por Don Murray y E.G. Marshall entre otros; "Millonario de ilusiones" (1959, Frank Capra) junto a Sinatra, Edward G. Robinson y Eleanor Parker; "El último tren a Gun Hill" (1959, John Sturgues), al lado de Kirk Douglas; "Imperio de titanes" (1960, Vincent Sherman); e incluso fue nominada a un Oscar por su participación de 6 minutos en la película "The bachelor party". Durante ese período Carolyn filmó varias películas que le trajeron fama y reconocimiento, pero no fue sino hasta 1964 cuando interpretó al personaje que le daría fama mundial: Morticia Addams, en la serie The Addams Family, que sólo duró 2 años al aire pero que fue un éxito mundial en las repeticiones durante la década de 1970 hasta la actualidad.

 

Posteriormente su carrera empezó a declinar, aunque tuvo algunas participaciones especiales en otras series de televisión, entre las que se destaca la miniserie Raíces en 1977 y Mujer Maravilla en 1975 en la cual asumió el rol de Hippolyta, reina de las Amazonas. En 1981 ingresó al elenco de la telenovela Capitol, pero en ese año se le diagnosticaría el cáncer de colon que le quitó la vida el 3 de agosto de 1983, a los 53 años de edad.

 

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 

 


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Datos biográficos de John Locke

 

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John Locke

 

 

 

 

John Locke (Wrington, 29 de agosto de 1632-Essex, 28 de octubre de 1704) fue un filósofo y médico inglés considerado como uno de los más influyentes pensadores del Siglo de las Luces y conocido como el «Padre del Liberalismo Clásico». Considerado como uno de los primeros empiristas británicos, siguió las ideas de sir Francis Bacon y también tuvo una participación fundamental en la teoría del contrato social. Su trabajo afectó en gran medida el desarrollo de la epistemología y la filosofía política. Sus escritos influyeron en Voltaire y Rousseau, muchos pensadores de la Ilustración escocesa, así como los revolucionarios estadounidenses. Sus contribuciones al republicanismo clásico y la teoría liberal se reflejan en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

 

La teoría de la mente de Locke es frecuentemente citada como el origen de las concepciones modernas de la identidad y del yo, que figuran prominentemente en la obra de filósofos posteriores como Hume, Rousseau y Kant. Locke fue el primero en definir el yo como una continuidad de la conciencia. Postuló que, al nacer, la mente era una pizarra o tabula rasa en blanco. Al contrario de la filosofía cartesiana —basada en conceptos preexistentes—, sostuvo que nacemos sin ideas innatas, y que, en cambio, el conocimiento solamente se determina por la experiencia derivada de la percepción sensorial.

 

Nació el 29 de agosto de 1632, en una pequeña cabaña con techo de paja cerca de la iglesia en Wrington (Somerset), a unos doce kilómetros de Brístol. Fue bautizado el mismo día. El padre de Locke, también llamado John, era un abogado rural y empleado de los Juzgados de Paz en Chew Magna, quien se había desempeñado como capitán de caballería de las fuerzas parlamentarias durante la primera parte de la guerra civil inglesa. Su madre se llamaba Agnes Keene. Ambos padres eran puritanos. Poco después del nacimiento de Locke, la familia se trasladó a la zona mercantil de Pensford, a unos siete kilómetros al sur de Brístol, donde creció en una casa estilo Tudor rural en Belluton.

 

En 1647, Locke fue enviado a la prestigiosa Westminster School en Londres, bajo el patrocinio de Alexander Popham, un miembro del Parlamento y exjefe de su padre. Después de completar sus estudios allí, fue admitido en la Christ Church (Oxford). El decano del colegio en ese momento era John Owen, vicerrector de la universidad. Aunque un estudiante capaz, Locke se irritó por el plan de estudios de pregrado de la época. Encontró obras de los filósofos modernos, como René Descartes, más interesantes que el material clásico enseñado en la universidad. Mediante su amigo Richard Lower, a quien conocía desde la Westminster School, se introdujo a la medicina y la filosofía experimental que se aplicaba en otras universidades y en la Royal Society, de la que finalmente se convirtió en un miembro.

 

Se le otorgó su licenciatura en 1656 y una maestría en 1658. Obtuvo un título de medicina en 1674, porque estudió profundamente la medicina durante su estancia en Oxford y trabajó con varios científicos y pensadores notables como Robert Boyle, Thomas Willis, Robert Hooke y Richard Lower. En 1666, conoció a lord Anthony Ashley Cooper, primer conde de Shaftesbury, que había llegado a Oxford en busca de tratamiento médico para una infección del hígado. Cooper estaba impresionado con Locke y lo convenció para convertirse en parte de su comitiva.

 

Locke había tratado de buscar una carrera estable y en 1667 se trasladó a la casa de lord Ashley en Exeter House, en Londres, para servir como su médico personal. En Londres, reanudó sus estudios de medicina bajo la tutela de Thomas Sydenham. Sydenham tuvo un efecto importante en el pensamiento filosófico natural de Locke —un efecto que se haría evidente en el Ensayo sobre el entendimiento humano—.

 

El conocimiento médico de Locke fue puesto a prueba cuando la infección del hígado de Shaftesbury se convirtió en un peligro potencialmente mortal. Coordinó un consejo de varios médicos y fue probablemente fundamental para convencer a Shaftesbury a someterse a una operación (que también era una amenaza a su vida) para extraer el quiste. Shaftesbury sobrevivió y se recuperó, y acreditó a Locke haber salvado su vida.

 

 

 

Fuente: Wikipedia.

 

 

 


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Datos del libro ''Ensayo sobre el entendimiento humano'', de Locke

 

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Datos sobre el libro Ensayo sobre el entendimiento humano de John Locke

 

 

 

 

Este ensayo es una de las obras clásicas de la filosofía. Expone sobre el entendimiento humano las tramas íntimas del conocer racional. La obra no sólo representa una minuciosa descripción funcional del acto de conocimiento; adelanta una división de las ciencias y campos del saber al tiempo que plasma una viva imagen de la naturaleza de la razón humana. Locke terminó la redacción del libro en 1666, pero no fue publicada hasta 1690. En este ensayo, planteó los fundamentos del conocimiento humano y advirtió su intención de realizar una «obra moralmente útil».

 

Concebida en la época de los grandes descubrimientos científicos, Locke pensaba que la filosofía tenía que participar en estos importantes avances, eliminando, por ejemplo, todas las invenciones y los conceptos inútiles acumulados durante los siglos anteriores. Según él, las analogías y las relaciones entre los contenidos del conocimiento, son los elementos que permiten la elaboración de instrumentos críticos capaces de eliminar los conocimientos erróneos. Debido a su característico empirismo analítico, se opuso a las concepciones puramente mecanicistas y sistemáticas cartesianas y, pese a ser cuestionado por Gottfried Wilhelm Leibniz, su influencia sobre los filósofos de la Ilustración fue considerable.

 

En el primer libro del Ensayo, Locke insiste en la necesidad de prescindir de consideraciones a priori y, en oposición a René Descartes, afirma que no existen conocimientos innatos y que sólo debe ser tenida en cuenta la experiencia (conocimiento empírico). En el segundo libro propuso que la sensación («impresiones hechas en nuestros sentidos por los objetos exteriores») y la reflexión se fundamentan en la experiencia y en las ideas simples creadas por medio de la percepción inmediata derivada de las excitaciones que provienen de los objetos. Los individuos tienen la capacidad de representar los objetos, así como una voluntad libre para determinarlos. La razón presenta las ideas simples en tres grupos: conjunción, abstracción y combinación. La mente, además, tiene la capacidad de asociar y combinar estas ideas simples, produciendo así las ideas complejas que pueden ser: de sustancia (cosas individuales que existen), de modo (las que no existen en sí mismo sino en una sustancia) y de relaciones (que describen asociaciones de ideas).

 

En el tercer libro se interesaba por las relaciones entre el lenguaje y el pensamiento, en la formación intersubjetiva del conocimiento. Las palabras remiten a ideas generales que son evidenciadas por sustracciones sucesivas de sus particularidades circunstanciales. Distinguía entre las esencias nominales (que son complejas, y establecidas para servir a la selección y clasificación de las ideas) y las esencias reales (para uso de la metafísica, inaccesibles a la razón, la cual no puede tener acceso a su conocimiento). En el cuarto libro trataba de averiguar lo que se establece a partir del acuerdo o desacuerdo entre dos ideas, ya fuera por intuición, por demostración racional o por conocimiento sensible. La confrontación práctica permite despejar la duda. No son conexiones entre las ideas nacidas de cualidades sensibles lo que percibimos. De hecho, el conocimiento humano se basa en las definiciones que da a las cosas llamadas «reales». El saber humano es, pues, limitado. Sólo el conocimiento proporcionado por los sentidos puede indicar lo que de realidad hay en los objetos del mundo. La verdad es cuestión sólo de palabras, mientras que la realidad interesa a los sentidos. A falta de algo mejor, para paliar la limitación de las posibilidades cognoscitivas de la realidad se puede intentar utilizar en un discurso la noción de cosas «probables». Para Locke, Dios es el resultado de una inferencia y las enseñanzas resultantes de la fe deben estar de acuerdo con la razón. Ateísmo y escepticismo están pues muy presentes en John Locke, como en la mayor parte de los empiristas ingleses.

 

En resumen la principal idea que subyace en el Ensayo es que únicamente la sensación permite la comprensión de la realidad y que la verdad pertenece sólo al discurso.

 

 

 

 

Fuente:

 

 

http://www.quedelibros.com/libro/68786/Ensayo-Sobre-el-Entendimiento-Humano.html

 

 


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Conocimiento de la existencia de Dios. John Locke. Filosofía

 

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Ensayo sobre el entendimiento humano

John Locke

 

 

 

 

Libro IV

 

Capítulo X

Acerca de nuestro conocimiento de la existencia de un Dios

 

 

 

1. Somos capaces de conocer con certeza que existe un Dios.

 

Aunque Dios no nos ha dado ninguna idea innata sobre Él mismo; aunque no nos imprimió ningunos caracteres originales en nuestras mentes por los que podamos contemplar su existencia, sin embargo, como nos dotó de estas facultades que nuestras mentes poseen, no se ha quedado sin nuestro reconocimiento, desde el momento en que tenemos sentidos, percepción y capacidad de razonamiento, y en que no podemos carecer de una prueba tan clara de Él, puesto que lo llevamos en nosotros mismos.

 

Ni podemos tampoco quejamos con justicia de nuestra ignorancia en este punto tan trascendental, puesto que nos ha dotado suficientemente de los medios para descubrirlo y conocerlo, en la forma en que sea necesario para los fines de nuestro ser, y para el importante asunto de nuestra felicidad. Pero aunque ésta sea la verdad más obvia que la razón puede descubrir y aunque su evidencia sea (si no me equivoco) igual a la certidumbre matemática, sin embargo, requiere meditación y atención, y la mente debe aplicarse regularmente a deducirla de alguna parte de nuestro conocimiento intuitivo, o, de lo contrario, estaríamos en una incertidumbre e ignorancia tan grande de ello, como de otras proposiciones cualesquiera, con respecto a las cuales fuéramos capaces de una clara demostración. Para mostrar, por tanto, que somos capaces de conocer, es decir, de estar seguros de que hay un Dios, y para mostrar cómo podemos llegar a esta certidumbre, pienso que no necesitamos ir más allá de nosotros mismos, y de nuestro conocimiento indubitable que tenemos de nuestra propia existencia.

 

 

2. Porque el hombre sabe que él mismo existe

 

Pienso que está fuera de cualquier disputa que el hombre tiene una idea clara de su propia existencia, que sabe que existe con certidumbre y que es algo. El que pueda dudar si es algo o no, pienso que no merece la pena hablar con él, lo mismo que tampoco sea hablar con la nada, ni intentaría convencer al que no existe de que es algo. Si alguien tiene la pretensión de ser tan escéptico como para negar su propia existencia (pues dudar de ella es materialmente imposible), dejésele disfrutar su amada felicidad de no ser nada, hasta que el hambre o algún otro dolor le convenza de lo contrario. Pienso, por tanto, que puedo tomar como una verdad, de la que cada uno estará seguro más allá de toda libertad de duda permisible en un conocimiento cierto, que todo el mundo sabe que «es algo que actualmente existe».

 

 

3. También sabrá que la nada no puede producir un ser; por tanto, que tiene que existir algo producido por la eternidad.

 

Por lo mismo, el hombre sabe, por una certidumbre intuitiva, que la pura nada no puede producir mejor un ser real que el que sea igual a dos ángulos rectos. Si hay algún hombre que no sepa que la nada o la ausencia de todo ser no puede ser igual a dos ángulos rectos será imposible que pueda conocer cualquier demostración de Euclides. Si, por tanto, sabemos que hay algún ser real, y que la nada no puede producir ningún ser real, resulta una demostración evidente que ha existido algo desde la eternidad, puesto que lo que no ha existido desde la eternidad tuvo un comienzo, y lo que tuvo un comienzo debió ser producido.

 

 

4. Y ese Ser Eterno debe ser el más poderoso.

 

Además, resulta evidente que lo que tuvo su ser y su principio de otro, debe tener también todo cuanto contiene ese ser, y todo cuanto le pertenece. Todas las potencias que tenga las habrá recibido y tendrán su origen en la misma fuente. Esta fuente eterna, por tanto, de todas las cosas deberá ser también la fuente de origen de toda potencia, y de esta manera este ser eterno tendrá que ser también.

 

 

5. Y el que más conocimiento tiene

 

Además, el hombre encuentra en sí mismo la percepción y el conocimiento. Nosotros podemos avanzar un paso más y tener la certidumbre de que no existe solamente un ser, sino que, al mismo tiempo, este ser existente está dotado de inteligencia y es capaz de conocimiento. Hubo un momento, pues, en que no éramos capaces de conocimiento y en el que el conocimiento empezó a ser, o, más bien, en que desde la eternidad hubo un Ser capaz de conocimiento. Si se dice que hubo un tiempo en que ningún ser tenía conocimiento alguno, cuando el Ser eterno no estaba dotado de todo entendimiento, replicaré que era imposible que hubiera habido alguna vez, en ese caso, ningún conocimiento, pues es imposible que las cosas absolutamente carentes de conocimiento, y que operan ciegamente, y sin ninguna percepción, puedan haber producido un ser dotado de conocimiento, lo mismo que resulta imposible que un triángulo haga por sí mismo que sus tres ángulos sean mayores a dos rectos. Porque tan repugnante resulta para la idea de materia sin sentido el poder incluir en sí misma la sensación, la percepción y el conocimiento, como repugnante es a la idea de triángulo el que pueda incluir unos ángulos mayores a dos ángulos rectos.

 

 

 

 

Para descargara el libro completo;

 

 

http://www.panzertruppen.org/2012/politica/021.pdf

 

 


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La apuesta de Pascal y Dios. Probabilidad y estadística

 

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), dese México.

 

 

 

La apuesta de Pascal

 

 

 

 

 

Pascal intentó convencernos de la existencia de Dios utilizando la probabilidad matemática

 

Blaise Pascal se preguntó qué debe hacer una persona que, no estando convencida de la existencia de Dios, duda también de los argumentos de los ateos y teme, por lo tanto, que su duda lo prive de la salvación. Apoyándose en la teoría de juegos, el francés concluyó que es mejor rodearse de un ambiente religioso e intentar creer, porque la ganancia que podría alcanzarse es siempre mayor que la posible pérdida.

 

Es necesario resaltar que la base sobre la cual se construye la moderna Teoría de la Probabilidad es la tradición filosófica y que los juegos de azar han sido el pilar fundamental en el nacimiento y posterior perfeccionamiento de la misma.

 

Una persona que ante posibilidades iguales de ganancia y pérdida, debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar, pues las expectativas de obtener una ganancia son superiores a la de no obtenerla. Si, por el contrario, si debe apostar 1 para ganar 2, la decisión que tome es indiferente.

 

Ejemplo real: Supongamos un juego de azar con la misma probabilidad de ganar que de perder en el que el valor de la apuesta es 1 y si gana recibe 3. Por tanto debe decidir si apuesta 1 para ganar 3. En este caso lo lógico es apostar, pues las expectativas de obtener ganancia son superiores a la de no obtenerla. Podemos utilizar la teoría de juegos y calcular la esperanza matemática o valor esperado de este juego que es el beneficio medio y se calcula sumando los productos de la probabilidad de un suceso por el "premio" o pago que se recibe en el caso de darse dicho suceso.

 

(0) (1/2) + (3) (1/2) = 1.5

 

Por lo tanto, la expectativa de jugar pagando 1 por apuesta es -1 + 1.5 = 0.5 frente a la expectativa de no jugar que es cero, entonces se debe jugar.

 

Por otra parte, si el juego diera una ganancia de 2, en lugar de 3, entonces su esperanza sería: (0)(1/2) + (2)(1/2) = 1. Entonces, consecuentemente con la teoría de juegos, podría pagar 1 para jugar o para rechazar jugar, porque de cualquier manera su expectativa total sería 0.

 

 

La apuesta

 

La apuesta o infinito-nada son unas reflexiones pioneras en la teoría de juegos que conciernen a algo metafísico: la existencia de Dios. Pascal intentó convencerse de ella utilizando la probabilidad matemática.

 

El infini-rien, hallado en el bolsillo de Pascal cuando murió, consiste en dos hojas de papel escritas en distintos momentos y con muchas tachaduras. Esta manera de trabajar no era habitual en él. Sus pensamientos acostumbraban a salir de manera pausada, ordenada, y eran plasmados con una caligrafía clara y sin apenas borrones. El filósofo, un buen racionalista, habría intentado dar una solución lógica al problema de la vida eterna pero probablemente fue el temor a posibles represalias lo que hizo que no escribiera un texto definitivo, y por tanto publicable, con sus reflexiones acerca de Dios y la vida tras la muerte. El texto en borrador consiste en un diálogo entre un maestro de fe convencida —Pascal— que anima a su joven discípulo a que aparque sus dudas y crea en Dios. Empieza planteando el gran dilema: ¿existe Dios o no? Se atreve a admitir, hecho nada usual en su época, que no puede responder. Sin embargo, no se detiene aquí y asigna una probabilidad indeterminada a que sí y la probabilidad opuesta a que no.

 

Tú puedes creer en Dios, si existe irás al cielo.

Tú puedes creer en Dios, si no existe no ganarás nada.

Tú puedes no creer en Dios, si no existe tampoco ganarás nada.

Tú puedes no creer en Dios, si existe tú serás castigado.

Además Pascal creía en la moral cristiana, así que creer en Dios (y por ende en su religión) aportaba a la persona una moralidad positiva.

 

Apostar por Dios requiere practicar la fe aunque, como el maestro admite, sea un sacrificio ir a la iglesia, dar limosna y comportarse según los preceptos religiosos; pero defiende que la recompensa de la vida eterna compensa con creces por todo ello. El discípulo no cede fácilmente y recuerda que no está demostrado que haya un ser superior. Pero el maestro insiste: hay poco que perder y mucho que ganar.

 

El argumento de esperanza, denominado así por los comentaristas de Pascal, solicita que el promedio de nuestra felicidad sobre la probabilidad de que Dios exista sea positivo; es decir, que el placer mundano más la recompensa incierta de una vida eterna supere al sacrificio intrínseco de la religión.

 

Pascal concluye que se debe creer en Dios si hay una mínima posibilidad, diferente de cero, de que exista; porque el hipotético infinito de la vida celestial minimiza cualquier sacrificio en una vida finita. Con esta argumentación, de la que procede el nombre infini-rien, Pascal convence definitivamente al joven discípulo.

 

Hay varias consideraciones a tener en cuenta al analizar esta apuesta:

 

El argumento de Pascal sólo es válido para los agnósticos que deberían considerar los beneficios de practicar la fe por poco que confíen en ello. En cambio, un ateo descartaría el razonamiento de entrada puesto que para él la probabilidad de que exista Dios es nula y para un creyente el único argumento real para probar la existencia de Dios, y por la única que los cristianos nos podremos salvar es por la fe. Y la fe es una virtud infusa, es un regalo.

 

La apuesta de Pascal no es el único argumento para probar la existencia de Dios. Existen las cinco vías de Santo Tomás, los argumentos de Descartes, San Anselmo también da los propios. Pero si es único desde un prisma matemático a diferencia de los otros, ontológicos e inclusos cosmológicos.

 

Actualmente, preguntarse si Dios existe o no y hasta qué punto conviene, por si acaso, ser creyente sigue siendo habitual. Sin embargo, no lo es tanto realizar un estudio sobre ello. Quizás porque los científicos difícilmente pueden aplicar aquí su demoledor método basado en la experimentación y la observación para llegar a conclusiones comprobadas "científicamente". Pero hubo una época en la que los pensadores se dedicaban tanto a la ciencia como al arte y al espíritu, fue cuando Pascal hizo su apuesta.

 

Su apuesta es una de las primeras aportaciones a la teoría de la decisión: de una situación de incertidumbre es posible inferir, utilizando una aritmética correcta, un conjunto de decisiones completamente desvinculadas del azar. Numerosos científicos del siglo XVII rivalizaban en concursos para el diseño de una lotería del estado más justa y apostaban a ver quién era el primero que conseguía reventar la banca de un casino. De manera más o menos ociosa, pero siempre lucrativa, iniciaron la teoría de la probabilidad (la teoría de juegos). La contribución de Pascal se distingue del resto porque se atrevió a equiparar las cuestiones del bingo y las de Dios e intentó resolverlas con el mismo formalismo matemático.

 

Recordemos también que Pascal ideó una de las primeras calculadoras, la pascalina, del tamaño de una caja de zapatos, hecha en madera y llena de engranajes. Podemos imaginarle evaluando constantemente su patrimonio de felicidad, sacrificándose el mínimo necesario para asegurarse la posible recompensa y contando el máximo aceptable de placer alocado. ¿Por qué no recurrir a nuestros avanzados ordenadores y calculadoras? Optimicemos nuestros pecados y recemos lo suficiente para compensar. ¡La vida es un juego de estrategia! (Josep Perelló)

 

 

La cita original

 

Toda la argumentación de esta apuesta se encuentra contenida en el capítulo 42 de sus Pensées, denominado "El Infini-rien"(Infinito-nada)

 

Vous avez deux choses à perdre : le vrai et le bien, et deux choses à engager : votre raison et votre volonté, votre connaissance et votre béatitude; et votre nature a deux choses à fuir : l'erreur et la misère. Votre raison n'est pas plus blessée, en choisissant l'un que l'autre, puisqu'il faut nécessairement choisir. Voilà un point vidé. Mais votre béatitude ? Pesons le gain et la perte, en prenant croix que Dieu est. Estimons ces deux cas : si vous gagnez, vous gagnez tout; si vous perdez, vous ne perdez rien. Gagez donc qu'il est, sans hésiter. », Pensées, Blaise Pascal (1670).

 

 

Traducido, quiere decir:

 

Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las que debe huir: el error y la calamidad (miseria). Su razón no está más dañada, eligiendo la una o la otra, puesto que es necesario elegir. He aquí un punto vacío. ¿Pero su bienaventuranza? Vamos a pesar la ganancia y la pérdida, eligiendo cruz (de cara o cruz) para el hecho de que Dios existe. Estimemos estos dos casos: si usted gana, usted gana todo; si usted pierde, usted no pierde nada. Apueste usted que Él existe, sin titubear. Pensamientos, Blaise Pascal (1670).

 

 

La contra apuesta del filósofo ateo George H. Smith

 

 

Para los ateos, la existencia de Dios sólo puede ser demostrada por la razón, y la razón les dice que tal ser no existe y que, como consecuencia, una persona racional debe rechazar creer en este ser. Ahora surge la pregunta "Pero somos seres humanos falibles. ¿Qué tal si nuestra razón se equivoca en esto? ¿Qué sucederá si existe un Dios que nos castigue por no creer, y cuya existencia no pueda ser demostrada por la razón?" Aquí es donde entra el filósofo George H. Smith (autor de "Ateísmo: el Caso Contra Dios", ingenió una contra apuesta que va como sigue: Apostemos por la razón, dice Smith. Ésta debería llevarte al ateísmo. Hay sólo cuatro posibilidades:

 

No hay Dios. El ateo está en lo correcto, y en consecuencia vive una vida feliz y plena, libre de dogmas irreflexivos y de tiranías emocionales.

 

La segunda posibilidad es el Dios del deísmo, de quien se dice que creó el universo y luego lo dejó librado a sí mismo. No hay nada que temer de tal Dios; él o ella es impersonal y no nos castiga ni nos recompensa.

 

La tercera posibilidad es un Dios que se interesa por la humanidad. Es un Dios justo y bueno. Tal Dios, en su infinita bondad nunca castigaría a nadie por errores honestos de razonamiento. Aquí tampoco tenemos razón alguna para temer a un Dios así.

 

La cuarta y última posibilidad es que haya un Dios injusto. Sin interés por la justicia, nos quemará sin importar si nuestros errores son honestos o no. Un creyente no estará en mejor situación que un ateo con este Dios.

 

Según la apuesta de Smith debemos en todos los casos apostar a la razón y aceptar la consecuencias lógicas, que en este caso es ateísmo. Si no hay ningún dios, usted está en lo correcto; si hay un dios indiferente, usted no sufrirá; si hay un dios justo, usted no tiene nada que temer del uso honrado de su razón; y si hay un dios injusto, usted tiene mucho de que temer, pero también el cristiano"

 

 

 

 

Fuente:

 

 

http://www.estadisticaparatodos.es/taller/apuesta/apuesta.html

 


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