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lunes, 30 de marzo de 2015

Conocimiento de la existencia de Dios. John Locke. Filosofía

 

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), dese México.

 

 

 

Ensayo sobre el entendimiento humano

John Locke

 

 

 

 

Libro IV

 

Capítulo X

Acerca de nuestro conocimiento de la existencia de un Dios

 

 

 

1. Somos capaces de conocer con certeza que existe un Dios.

 

Aunque Dios no nos ha dado ninguna idea innata sobre Él mismo; aunque no nos imprimió ningunos caracteres originales en nuestras mentes por los que podamos contemplar su existencia, sin embargo, como nos dotó de estas facultades que nuestras mentes poseen, no se ha quedado sin nuestro reconocimiento, desde el momento en que tenemos sentidos, percepción y capacidad de razonamiento, y en que no podemos carecer de una prueba tan clara de Él, puesto que lo llevamos en nosotros mismos.

 

Ni podemos tampoco quejamos con justicia de nuestra ignorancia en este punto tan trascendental, puesto que nos ha dotado suficientemente de los medios para descubrirlo y conocerlo, en la forma en que sea necesario para los fines de nuestro ser, y para el importante asunto de nuestra felicidad. Pero aunque ésta sea la verdad más obvia que la razón puede descubrir y aunque su evidencia sea (si no me equivoco) igual a la certidumbre matemática, sin embargo, requiere meditación y atención, y la mente debe aplicarse regularmente a deducirla de alguna parte de nuestro conocimiento intuitivo, o, de lo contrario, estaríamos en una incertidumbre e ignorancia tan grande de ello, como de otras proposiciones cualesquiera, con respecto a las cuales fuéramos capaces de una clara demostración. Para mostrar, por tanto, que somos capaces de conocer, es decir, de estar seguros de que hay un Dios, y para mostrar cómo podemos llegar a esta certidumbre, pienso que no necesitamos ir más allá de nosotros mismos, y de nuestro conocimiento indubitable que tenemos de nuestra propia existencia.

 

 

2. Porque el hombre sabe que él mismo existe

 

Pienso que está fuera de cualquier disputa que el hombre tiene una idea clara de su propia existencia, que sabe que existe con certidumbre y que es algo. El que pueda dudar si es algo o no, pienso que no merece la pena hablar con él, lo mismo que tampoco sea hablar con la nada, ni intentaría convencer al que no existe de que es algo. Si alguien tiene la pretensión de ser tan escéptico como para negar su propia existencia (pues dudar de ella es materialmente imposible), dejésele disfrutar su amada felicidad de no ser nada, hasta que el hambre o algún otro dolor le convenza de lo contrario. Pienso, por tanto, que puedo tomar como una verdad, de la que cada uno estará seguro más allá de toda libertad de duda permisible en un conocimiento cierto, que todo el mundo sabe que «es algo que actualmente existe».

 

 

3. También sabrá que la nada no puede producir un ser; por tanto, que tiene que existir algo producido por la eternidad.

 

Por lo mismo, el hombre sabe, por una certidumbre intuitiva, que la pura nada no puede producir mejor un ser real que el que sea igual a dos ángulos rectos. Si hay algún hombre que no sepa que la nada o la ausencia de todo ser no puede ser igual a dos ángulos rectos será imposible que pueda conocer cualquier demostración de Euclides. Si, por tanto, sabemos que hay algún ser real, y que la nada no puede producir ningún ser real, resulta una demostración evidente que ha existido algo desde la eternidad, puesto que lo que no ha existido desde la eternidad tuvo un comienzo, y lo que tuvo un comienzo debió ser producido.

 

 

4. Y ese Ser Eterno debe ser el más poderoso.

 

Además, resulta evidente que lo que tuvo su ser y su principio de otro, debe tener también todo cuanto contiene ese ser, y todo cuanto le pertenece. Todas las potencias que tenga las habrá recibido y tendrán su origen en la misma fuente. Esta fuente eterna, por tanto, de todas las cosas deberá ser también la fuente de origen de toda potencia, y de esta manera este ser eterno tendrá que ser también.

 

 

5. Y el que más conocimiento tiene

 

Además, el hombre encuentra en sí mismo la percepción y el conocimiento. Nosotros podemos avanzar un paso más y tener la certidumbre de que no existe solamente un ser, sino que, al mismo tiempo, este ser existente está dotado de inteligencia y es capaz de conocimiento. Hubo un momento, pues, en que no éramos capaces de conocimiento y en el que el conocimiento empezó a ser, o, más bien, en que desde la eternidad hubo un Ser capaz de conocimiento. Si se dice que hubo un tiempo en que ningún ser tenía conocimiento alguno, cuando el Ser eterno no estaba dotado de todo entendimiento, replicaré que era imposible que hubiera habido alguna vez, en ese caso, ningún conocimiento, pues es imposible que las cosas absolutamente carentes de conocimiento, y que operan ciegamente, y sin ninguna percepción, puedan haber producido un ser dotado de conocimiento, lo mismo que resulta imposible que un triángulo haga por sí mismo que sus tres ángulos sean mayores a dos rectos. Porque tan repugnante resulta para la idea de materia sin sentido el poder incluir en sí misma la sensación, la percepción y el conocimiento, como repugnante es a la idea de triángulo el que pueda incluir unos ángulos mayores a dos ángulos rectos.

 

 

 

 

Para descargara el libro completo;

 

 

http://www.panzertruppen.org/2012/politica/021.pdf

 

 


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La libertad no hace felices a los humanos..., simplemente los hace humanos.

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