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lunes, 29 de septiembre de 2014

''El concepto de persona'', Francisco Larroyo. Filosofía. Ensayo

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

 

El concepto de persona

Francisco Larroyo

 

 

 

 

1. Dificultad actual de la cuestión

 

El concepto de persona se ha complicado notablemente en los últimos años a causa de la irrupción en el campo de la filosofía de teorías que, con el incoercible afán de originalidad, no reparan, unas veces, en la tradición filosófica de que son deudoras, y otras, en los ostensibles errores a que sucumben.

 

Esas teorías se fundan por lo general en el concepto de espíritu como ente metafísico independiente, tanto bajo una consideración universal, en cuanto existencia al margen y sobre la diversidad de los seres inmediatamente dados como reales, cuanto bajo una consideración individual, en cuanto sustancia especifica o en cuanto heterogéneo a las demás categorías que definen ontológicamente al individuo.

 

Exhumando viejas ideas ontológicas, hablan estas doctrinas de una concepción estratiforme de la realidad: al lado de la realidad material o física, superponen los estratos vida, psique, espíritu...; y puntualmente vienen a identificar a la persona con el espíritu.

 

Ya hemos demostrado en otras ocasiones cuan perturbadora es esta idea, por el motivo de ser la palabra espíritu uno de los términos más multívocos del lenguaje filosófico, hecho que indujo a Kant, después de serias reflexiones críticas, a negar que el espíritu constituyera una realidad trascendente, y a establecer que, como concepto, no es más que la expresión de la inmanente necesidad de lo absoluto, que yace en la naturaleza del hombre, siendo éste, con su conciencia de ser y existir el único hecho ontológico rigurosamente demostrable, o más bien inmediatamente dado y evidente, mientras que lo absoluto a que aspira —susceptible de ser postulado si se quiere bajo la denominación de espíritu puro— no es, en un orden trascendente, más que el inaccesible paradigma de nuestra historia de hombres, y en el orden individual real, la cifra suprema de nuestro íntimo y más puro querer. Elevado a unidad el concepto, la suma y compendio del deber ser; el Ideal, esto es, la idea, lanzada desde la conciencia a la trascendencia. De este modo tan limpio y elegante, y a la vez tan consecuente, el espíritu, considerado en toda su generalidad deja de ser sustancia para convertirse en capacidad de realización ideal. Hegel consumará luego la evolución realmente liberadora, al definir el espíritu como actividad absoluta; como la ley que rige el proceso dialéctico, según el cual la Idea, en y por la cultura, se conoce a sí misma.

 

 

 

Para leer el ensayo completo:

 

http://www.filosofia.org/aut/003/m49a1297.pdf


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