Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.
Las aventuras del barón Munchausen, datos sobre la obra (Grupo Anaya)
Se cree que Rudolf Erich Raspe no ha sido el único autor de El barón de Munchausen sino que, según las épocas, se ha atribuido la autoría a otros escritores, como su contemporáneo Gottfried August Bürger, su amigo Kästner y su enemigo Lichtenberg. De hecho, se sabe que el texto, desde que fue escrito, ha pasado por muchas manos y se ha visto enriquecido y ampliado.
El barón de Munchausen apareció por primera vez en forma de planfleto en Oxford, a finales de 1785. El poeta romántico Bürger tradujo la obra enseguida al alemán y añadió algunos fragmentos, pero nunca llegó a admitir o negar la autoría del original. Aunque se cree que Raspe fue el autor del núcleo del ciclo sobre Munchausen.
El protagonista de este relato fue modelado según un famoso personaje de la vida real de la época. El nombre del verdadero barón de Munchausen era Hieronymus Karl Friedrich y pertenecía a la noble familia de Rinteln-Bodenwerder de Brunswick. Luchó al servicio de Rusia contra los turcos entre 1738 y 1740. A los cuarenta años se retiró y se dedicó a la caza y a la vida social, alcanzando gran fama por ser un gran conversador. Hacia el final de su vida, el barón se vio elevado a la categoría de leyenda, debido al éxito que alcanzó el texto de Raspe. Desde entonces, se volvió amargado y huraño, y dejó de contar relatos humorísticos. Cuando murió, en 1797, como un desdichado, el barón de ficción ya era famoso en tres países. A partir de ese momento aparecieron varias ediciones en inglés y en alemán, en las cuales los añadidos cada vez eran más usuales
Son tantas las hazañas vividas por el barón de Munchausen, que, de cada capítulo, se han elegido las más relevantes.
1. Campaña y maravillosos viajes por Rusia.
El barón, nada más emprender viaje hacia Rusia, a caballo y en pleno invierno, se encuentra con un mendigo en la nieve y le cubre con su capote. Inmediatamente, desde el cielo, oye la voz de Dios que le bendice. A partir de entonces, sus aventuras se desarrollarán por doquier.
Una vez, por la mañana, al despertarse, se encuentra con que su caballo está colgado en el campanario de una iglesia. La noche anterior, el barón había atado al caballo en el primer sitio que encontró. La nieve cubría el suelo y cuando se deshizo al despuntar el alba, dejó todo al descubierto.
De camino a San Petersburgo, le ataca un lobo por la retaguardia y este se va comiendo al caballo. En un momento dado, el esqueleto del caballo cae y el lobo queda enjaezado al igual que el caballo y cabalga hasta llegar a la meta.
Las heroicidades del barón no tienen fin pues otra vez, a latigazos, logra sacar a un lobo de su propia piel o cazar cuatro patos salvajes de un solo tiro. Vive hechos maravillosos, como ver su perra preñada persiguiendo a una liebre preñada también y, al final de la cacería, acaban seis perros persiguiendo a seis liebres. O su caballo se parte en dos a la entrada de una ciudad y le cosen las dos partes con ramas de laurel.
2. Aventuras por mar
Esta vez, se embarca rumbo a Norteamérica en una fragata. Durante la travesía, a una ballena se le clava el ancla, les aleja de la costa y les abre una vía de agua, pero el barón la tapa con el trasero.
Otra vez, en el Mediterráneo es zambullido por un enorme pez, y cuál será la sorpresa de los italianos que lo pescan cuando le ven salir por su propio pie. El barón cree que ha estado en el interior del animal durante cuatro horas y media.
3. Otras aventuras sorprendentes
En Gibraltar ve cómo una bala de cañón destruye al enemigo y se la traga una señora. En otra ocasión, el barón, disfrazado de sacerdote papista, destruye el armamento de los franceses en el peñón de Gibraltar y consigue salvarlo para los ingleses.
Con la honda con que mató David a Goliat, logra mandar una bomba al campo de los enemigos, donde mata a estos y salva a los reos ingleses.
Disfrazado de oso, acaba con el resto de los osos en el polo.
4. Viajes por Ceilán, Sicilia, los mares del Sur y otros lugares.
En Ceilán, el barón se ve atacado por un león y un cocodrilo a la vez. En el momento en que el león salta para zampárselo, queda encajado en las fauces del cocodrilo. El barón corta el cuerpo del león y hace que el cocodrilo se trague la cabeza del león, con lo que el cocodrilo se ahoga. Según Munchausen, ahora estos dos animales se encuentran en un museo en Amsterdam.
Durante una excursión a la luna, encuentra su hacha de plata y, en otra, descubre a los extraños habitantes de aquella tierra.
En otra expedición, se dirige al Etna, donde conoce a Venus y a Vulcano, y descubre que, cuando se pelean estos dioses, salen chispas del volcán. Pero Venus no ve con buenos ojos al barón y le manda a las antípodas, a los mares del Sur, donde le recogen unos holandeses.
Viaja a una tierra que es de queso, donde sus habitantes tienen un cuerno entre los ojos y se alimentan de leche y queso. Luego llegan a un mar negro, que es de vino. El buque es engullido por un gran pez, hasta su estómago. Allí encuentran a diez mil habitantes que han corrido la misma suerte. Logran escapar clavando al animal dos mástiles unidos en la boca para que le quede abierta.
Continuación de las aventuras del barón de Munchausen
En esta segunda parte, el barón se dirige al interior de África en busca de nuevas aventuras, pues cree que allí todavía existen lugares y hombres que nunca ha visto el viajero europeo.
Al poner en conocimiento de la Corte inglesa sus intenciones, logra una aportación económica de esta y medios de transporte fantásticos para alcanzar su meta: África.
La magnífica carroza en la que viaja va tirada por unos bueyes, cuyas pezuñas están metidas en calaveras humanas para poder realizar viajes maravillosos.
Tras varias escalas, el barón aterriza en Egipto, pero con tan mala fortuna que la carroza se resquebraja contra una gran roca en el cabo de Buena Esperanza.
De regreso a Inglaterra en busca de refuerzos, Munchausen libera a unos cuantos blancos, esclavos de los negros, que trabajan en sus plantaciones cerca del polo sur.
Esta vez, en la expedición le acompañarán la Esfinge, un animal extraordinario con una gran fuerza para arrastrar cualquier aparato, Gog y Magog, que representan los poderes terrestres, y un gran séquito.
Desde el inicio, África le proporciona fantásticas aventuras, como vencer a mil leones o salvar tormentas de arena en el desierto. Pero la que le produce mayor satisfacción es la de las tierras fértiles.
Allí es tan bien acogido entre los indígenas que el emperador, al morir, nombra al barón soberano del centro de África. Desde ese cargo, Munchausen decide abolir la costumbre de los indígenas de comer animales vivos, pero se enfrenta ante una fuerte oposición. Solo logrará que desistan de tales usos cuando trae de Inglaterra fudge, un dulce inglés. Al prohibirles su ingestión, provoca tal curiosidad en los súbditos que, al fin, dejan de comer animales vivos para alimentarse de las comidas inglesas.
Después les hace construir un puente tan alto que recibe el influjo de la luna y los astros. De regreso a su país natal por el puente, el barón puede ver todos los reinos y países por debajo de él. Durante el camino se encuentra con don Quijote, que se enfrenta heroicamente contra el séquito del primero. Con gran serenidad, el barón logra apaciguar los ánimos de todos.
Cuando Munchausen llega a Inglaterra, toda la Corte va a felicitarle, incluso el Coloso. Pero una disputa entre Gog, Megog y don Quijote les lleva a todos a juicio.
Aquí se inicia una nueva aventura, pues la irrupción en la sala de un extraño ganso, llamado Wauwau, les lleva a todos a viajar hasta Norteamérica siguiendo sus pasos.
Tras una serie de aventuras y desventuras, logran regresar a Inglaterra y encuentran a Wauwau en el mismo sitio donde lo perdieron.
Tras estos incidentes, se dirige a San Petersburgo para establecer comunicación entre el Mediterráneo y el mar Rojo, convence a los rusos y turcos para que dejen de matarse y descubre la biblioteca de Alejandría. El barón regresa a Europa y consigue sacar del fondo del mar el barco «Royal George».
El autor
Rudolf Erich Raspe nació en Hannover (Alemania) en 1737 y murió de escarlatina en Muckross (Inglaterra) en 1794, a los cincuenta y seis años. Pronto destacó en el terreno científico con la publicación de una ambiciosa obra sobre geología volcánica. Alcanzó notable popularidad siendo secretario de la Biblioteca del Estado, al ocuparse de la publicación de los escritos póstumos de Leibniz (1716). Conoció a Benjamín Franklin, fue nombrado profesor de Historia Antigua y encargado de cuidar las colecciones de Federico II. Vio crecer su reputación al tiempo que su economía enflaquecía hasta alcanzar la más completa ruina. Acreedores, deudas y trampas le hicieron huir de Alemania en 1775. Estuvo en Holanda y, más tarde, en Inglaterra, donde sufrió la humillación de ser expulsado de la Royal Society por su turbio pasado. Se retiró a una pequeña localidad y allí escribió esta novela en 1785.
Personajes
El barón de Munchausen. Al parecer, Raspe tomó como modelo para perfilar su personaje de ficción a un militar de la época, famoso por ser gran conversador. En contraposición a la fama que alcanzó esta narración, el auténtico barón murió lleno de amargura y desdicha.
De carácter fanfarrón, orgulloso, imaginativo, dicharachero, vanidoso y aventurero, las fantásticas hazañas de este viajero incorregible parecen no tener límites, pues recorre todo el mundo e incluso alcanza la luna.
Es generoso de por sí y demuestra tener buenas intenciones cuando libra de dictadores a algunos de los pueblos que visita o libera a nativos de su esclavitud. Sus heroicidades adquieren dimensiones casi mitológicas, pero su vanidad no tiene límites.
Valores
- Ser generoso y apiadarse del que está en inferioridad de condiciones, como hace el barón cuando topa con un mendigo y le regala la única prenda de abrigo que posee, sin esperar nada a cambio.
- «Más vale maña que fuerza», parece querer demostrar el protagonista. La descripción de sus habilidades e ingenio se pone de manifiesto en todo momento.
- Poner los medios necesarios para conseguir los objetivos que uno se ha trazado. No se puede esperar que el azar o el destino adivine los pensamientos para alcanzar lo que uno desea.
- Reconocer de cada persona sus propios méritos demuestra un carácter humilde y generoso.
- Tan sano es destruir los símbolos que recuerden actos que se realizaron en contra de la libertad o de la humanidad como sano es construir símbolos que recuerden la libertad ganada a los dictadores y villanos.
- La colaboración de todo un colectivo es imprescindible para alcanzar las libertades de cada individuo, como ocurre con las personas que se encuentran dentro de la enorme ballena. Entre todos se organizan para provocar que el temible animal los expulse de su cuerpo.
- Desarrollar la curiosidad y, consecuentemente, investigar sobre el asunto que la ha producido, funciona como motor para evolucionar y descubrir nuevos aspectos de uno mismo o del mundo en que vive.
- La fantasía y la imaginación se manifiestan de infinitas maneras: los increíbles viajes a lugares recónditos o inexistentes, los animales imaginarios, los habitantes de la luna, las costumbres extraordinarias, las cualidades sobrenaturales.
Fuente:
http://www.anayainfantilyjuvenil.com/catalogos/proyectos_lectura/IJ00061401_1.pdf
La libertad no hace felices a los humanos..., simplemente los hace humanos.
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