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lunes, 2 de marzo de 2015

''Discurso de metafísica'', Leibniz. Filosofía

 

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

 

Discurso de metafísica

Gottfried Wilhelm Leibniz

 

 

 

 

1. De la perfección divina, y que Dios hace todo del modo más deseable.

 

 

 

La noción de Dios más admitida y más significativa que tenemos, está bastante bien expresada en estos términos: que Dios es un ser absolutamente perfecto; pero no se consideran suficientemente sus consecuencias, y para avanzar en ellas es conveniente hacer notar que en la Naturaleza haya perfecciones diversas y muy diferentes, que Dios las posee todas juntas y que cada una le pertenece en el grado más soberano. Es necesario también conocer lo que es la perfección, de la que es una nota bastante segura la siguiente: que las formas o naturalezas no susceptibles del último grado, no son perfecciones; como por ejemplo la naturaleza del número o de la figura. Pues el número más grande de todos (o bien el número de todos los números), así como la mayor de todas las figuras, implican contradicción, pero la más grande ciencia y la omnipotencia no encierran en absoluto imposibilidad. Por consiguiente, el poder y la ciencia son perfecciones y, en tanto que pertenecen a Dios, no tienen límite alguno. De donde se sigue que, poseyendo Dios la sabiduría suprema e infinita, obra de la manera más perfecta, no solamente en sentido metafísico sino también moralmente hablando y que puede decirse, en lo que a nosotros concierne, que cuanto más informados e iluminados estemos acerca de las obras de Dios, más inclinados estaremos a encontrarlas excelentes y totalmente conformes a cuanto se hubiera podido desear.

 

 

 

2. Contra los que sostienen que no hay ninguna bondad en las obras de Dios; o bien, que las reglas de la bondad y la belleza son arbitrarias.

 

 

Así, estoy muy alejado del sentir de aquellos que sostienen que no hay reglas de bondad ni de perfección en la naturaleza de las cosas o en las ideas que Dios tiene de ellas, y que las obras de Dios no son buenas más que por la razón formal de que las ha hecho. Pues si así fuera, Dios, que sabe que es su autor, no tendría por qué mirarlas después y encontrar que eran buenas, como atestigua la Sagrada Escritura, que no parece haberse servido de esta antropología más que para darnos a conocer que su excelencia se advierte al mirarlas en sí mismas, aun cuando no se haga reflexión sobre esta escueta denominación que las relaciona con su causa. Lo cual es tanto más cierto, cuanto que es por la consideración de las obras como puede descubrirse al obrero. Es necesario, por consiguiente, que estas obras lleven en sí su carácter. Confieso que la opinión contraria me parece extremadamente peligrosa y muy próxima a la de los últimos innovadores, cuya opinión es que la belleza del universo y la bondad que atribuimos a las obras de Dios, no son más que quimeras de los hombres que conciben a Dios a su manera. Además, diciendo que las cosas no son buenas por ninguna regla de bondad, sino sólo por la voluntad de Dios, se destruye sin daré cuenta, me parece a mí, todo el amor de Dios y toda su gloria. ¿A qué alabarlo por lo que ha hecho si sería igualmente loable habiendo hecho todo lo contrario? ¿Dónde estarán su justicia y su sabiduría si no le queda más que un cierto poder despótico, si la voluntad ocupa el lugar de la razón y si, según la definición de los tiranos, lo que agrada al más poderoso es justo por eso mismo? Aparte de que parece que toda voluntad supone alguna razón de querer y que esta razón es naturalmente anterior a la voluntad. Por eso es por lo que encuentro muy extraña la expresión de algunos filósofos que dicen que las verdades eternas de la metafísica y de la geometría, y por consiguiente también las reglas de la bondad, la justicia y la perfección no son más que efectos de la voluntad de Dios, en tanto que a mí me parecen consecuencias de su entendimiento, que no depende en absoluto de su voluntad, ni más ni menos que su esencia.

 

 

 

 

Para descargar el libro completo:

 

 

http://aldenai.com/leibniz.discursometafisica.pdf

 


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