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lunes, 18 de agosto de 2014

''Viaje al centro de la Tierra'', Julio Verne

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

Viaje al centro de la Tierra

Julio Verne

 

 

 

 

El domingo 24 de mayo de 1863, mi tío, el profesor Lidenbrock, entró rápidamente a su hogar, situado en el número 19 de la König-strasse, una de las calles más tradicionales del barrio antiguo de Hamburgo.

 

Marta, su excelente criada, se preocupó sobremanera, creyendo que se había retrasado, pues apenas si empezaba a empezar a cocinar la comida en el hornillo.

 

"Bueno" —pensé para mí—, si mi tío viene con hambre, se va a enojar mucho; porque no conozco a otro hombre de menos paciencia.

 

—¡Tan temprano y ya está aquí el señor Lidenbrock! —exclamó la pobre Marta, con arrebol, entreabriendo la puerta del comedor.

—Sí, Marta; pero tú no tienes la culpa de que la comida no esté lista todavía, porque es temprano, aún no son las dos. Acaba de dar la media hora en San Miguel.

—¿Y por qué ha venido tan pronto el señor Lidenbrock?

—Él lo explicará, seguramente.

—¡Ahí viene! Yo me escapo. Señor Axel, cálmelo usted, por favor.

 

Y la excelente Marta se retiró presurosa a su recinto culinario, dejándome solo. Pero, como mi timidez no es lo más indicado para hacer entrar en razón al más irascible de todos los catedráticos, había decidido retirarme prudentemente a la pequeña habitación del piso alto que utilizaba como dormitorio, cuando se escuchó el giro sobre sus goznes de la puerta de la calle, crujió la escalera de madera bajo el peso de sus pies fenomenales, y  el dueño de la casa atravesó el comedor, entrando con apresuramiento en su despacho, y dejando al pasar, el pesado bastón en un rincón, arrojando el mal cepillado sombrero encima de la mesa, y dirigiéndose a mí con tono imperioso, dijo:

 

—¡Ven, Axel!

 

No había tenido aún tiempo material de moverme, cuando me gritó el  profesor con acento descompuesto:

 

—Pero, apúrate, ¿qué haces que no estás aquí ya?

 

Y me precipité en el despacho de tan irascible maestro. Otto Lidenbrock no es mala persona, lo confieso ingenuamente; pero, como no cambie mucho,  lo cual creo improbable, morirá siendo el más original e impaciente de los  hombres.

 

Era profesor del Johannaeum, donde dictaba la cátedra de mineralogía, enfureciéndose, por regla general, una o dos veces en cada clase. Y no porque le preocupase el deseo de tener discípulos aplicados, ni el grado de  atención que éstos prestasen a sus explicaciones, ni el éxito que como consecuencia de ella, pudiesen obtener en sus estudios; no, semejantes  detalles lo tenían sin cuidado. Enseñaba subjuntivamente, según una  expresión de la filosofía alemana; enseñaba para él, y no para los otros. Era un sabio egoísta; un pozo de ciencia cuya polea rechinaba cuando de él  se quería sacar algo. Era, en una palabra, un avaro del conocimiento.

 

En Alemania hay algunos profesores de esta especie.



Para descargar el libro completo:

 

 

http://bivir.uacj.mx/LibrosElectronicosLibres/Autores/JulioVerne/ViajeAlCentroDeLaTierra.pdf


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