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lunes, 7 de julio de 2014

''Democracia y discriminación'', Luis Salazar Carrión. Filosofía

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

 

Democracia y discriminación en una perspectiva histórica

 

Luis Salazar Carrión

 

 

 

La democracia como forma de gobierno nació hace aproximadamente dos mil quinientos años en la antigua Grecia y más precisamente en la célebre polis (ciudad- Estado) de Atenas. En el debate teórico que acompañó su surgimiento se le caracterizó en primer lugar como el gobierno de los muchos, de la mayoría o de los pobres en oposición al gobierno de los pocos, de los mejores o de los ricos, así como al gobierno de uno, que su vez podía ser considerado como rey o como tirano o déspota.

 

Sorprendentemente, casi todos los pensadores antiguos la evaluaron como una mala forma de gobierno. Platón, Aristóteles y Tucídides, y más tarde Cicerón, la criticaron por ser un régimen inestable, corrupto y peligroso que casi inevitablemente conducía a guerras civiles y tiranías. Y habría que reconocer que la convulsa experiencia democrática ateniense en algo les daba la razón. No obstante, tuvo también defensores, como Pericles y Protágoras, que fueron capaces de articular y justificar los valores que presuntamente encarnaba esta forma de gobierno. En particular vale la pena citar en extenso las palabras que el historiador Tucídides pone en la boca de

Pericles, el célebre dirigente de Atenas:

 

 

"Nuestro sistema político no imita las costumbres de nuestros vecinos. Por el contrario, nosotros somos los modelos, no los imitadores de otros. Porque somos gobernados por los muchos y no por los pocos, llevamos el nombre de democracia. En lo que respecta a los intereses privados, cada uno tiene igualdad ante la ley (isonomía); pero destacamos en sociedad y somos electos para los cargos públicos no tanto por suerte sino por nuestro mérito individual. Más aún, la pobreza no nos mantendrá en la oscuridad si podemos hacer algo valioso para la ciudad (isegoría). Somos generosos unos con otros en los asuntos públicos; y aunque nos observamos en nuestros asuntos cotidianos, no nos disgustamos con nuestro vecino si hace lo que desea. Tranquilas como nuestras vidas privadas pueden ser, nos aterroriza violar las leyes. Las obedecemos en tanto son administradas por cualquiera que esté en el poder, especialmente las leyes que significan ayuda para las víctimas de opresión, sea que hayan sido establecidas estatutariamente, sea que se trate de las leyes no escritas que acarrean el castigo indisputable de la vergüenza. [...] Tenemos una ciudad abierta y no impedimos, expulsando periódicamente a los extranjeros, que vean y aprendan cosas, a menos que algún enemigo se beneficie de lo que está a la vista. […] Somos el único pueblo que considera que un hombre que no tiene ningún interés en la política no lleva una vida plácida, sino una totalmente inútil. Somos también el único pueblo que toma las decisiones gubernamentales o al menos plantea los temas correctamente, porque no pensamos que la acción sea estorbada por la discusión pública, sino por la incapacidad de aprender con anticipación lo suficiente, a través de la discusión, sobre lo que necesitamos hacer."

 

 

 

En este célebre discurso Pericles comienza por definir a la democracia como el gobierno de muchos, para inmediatamente señalar que ese gobierno se fundamenta en la igualdad frente a la ley (isonomía) y en la igualdad política o derecho de participar en los asuntos públicos, de todos los ciudadanos (polites) que forman el pueblo (demos). A su vez, esta doble igualdad implica tanto la libertad privada o negativa (la de hacer lo que se desea), como la libertad política o positiva (la de sólo estar sometido a las decisiones y leyes que surgen de una Asamblea en la que se participa directamente). Y finalmente indica que por ello la ateniense era una sociedad abierta y amistosa con los extranjeros en la que se despreciaba como inútiles a los que sólo se dedican a sus asuntos privados particulares y en la que, en cambio, se valoraba positivamente la deliberación pública como medio para elaborar las decisiones políticas adecuadas. Se trata, como es evidente, de un discurso apologético que se proponía celebrar las excelencias de la democracia ateniense, sin detenerse ni poco ni mucho en sus posibles debilidades y contradicciones. Pero lo que aquí interesa es subrayar que la igualdad es la categoría central que define al gobierno de los muchos, esto es, a la democracia como forma de gobierno.

 

 

 

 

Salazar Carrión, Luis. Educación. Discriminación y tolerancia, Ed. Cal y Arena, 2007.

 

 

 

Para descargar el libro completo:

 

http://formacioncontinuaedomex.files.wordpress.com/2010/07/luis-salazar-completo1.pdf


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