Un saludo de su amigo Sören Garza, desde México.
LA ADORACION DE LOS MAGOS de Rubens TÍTULO: La Adoración de los Magos (1609 y 1628)
TÉCNICA: Óleo sobre lienzo. 346 x 488 cm
AUTOR: Pedro Pablo Rubens (1577-1640)
Pintura Flamenca (Siglo XVII)
Este cuadro le fue encargado a Rubens en 1609 por Nicolás Rockox, regidor y primer burgomaestre de la ciudad de Amberes, con destino a una de las estancias de su Ayuntamiento, la conocida como Salón de los Estados. Fue éste uno de los encargos públicos más importantes recibidos por el pintor tras su regreso de Italia, ya que en esa estancia se llevaron a cabo las negociaciones de paz entre España y los Países Bajos que dieron como resultado la Tregua de los Doce Años. El lienzo permaneció en este emplazamiento hasta 1612, fecha en que las autoridades de la ciudad acordaron regalarlo al Conde de Oliva, don Rodrigo de Calderón, sobrino y hombre de confianza del Duque de Lerma. Hasta 1621 permaneció la pintura en manos de don Rodrigo, pero, tras su caída en desgracia y su posterior ejecución en ese mismo año, fue puesta a la venta con sus restantes bienes y adquirida por Felipe IV en 1623. Durante su segunda visita a la corte española (1628-1629), Rubens tuvo ocasión de ver el lienzo en el Alcázar y, quizá no satisfecho con su anterior trabajo, lo amplió por la parte superior y por la derecha, y parece ser que lo repintó enteramente. El boceto preparatorio del cuadro inicial se conserva hoy día en el Museo de Groninga. La escena tiene lugar en un anochecer iluminado por los reflejos de la luna, el fulgor que irradia del Niño y el resplandor de las antorchas. En el ángulo izquierdo, ante una columna clásica acanalada, vemos a la Sagrada Familia, hacia la que se dirigen los Reyes Magos con sus pajes y todo el cortejo -criados, varios caballos y camellos-, que recuerda el esplendor del ceremonial diplomático. El jinete del lateral derecho, que vuelve la mirada hacia nosotros, es el autorretrato del pintor. Dos ángeles sobrevuelan en lo alto. Si prescindimos de las bandas añadidas, observamos que la superficie pintada en un principio quedaba limitada por los paréntesis que forman las figuras de la Virgen y de uno de los porteadores en los extremos laterales, de modo que la composición resultaba mucho más cerrada. Es evidente que Rubens, en su segunda intervención, transformó profundamente el sentido formal del cuadro. Al ampliarlo por los bordes, pudo articular la composición en función de una línea diagonal imaginaria que partiendo de la cabeza del Rey Mago arrodillado viene a desembocar en el codo del servidor inclinado sobre el caballo, con lo que confirió una mayor apertura espacial a la totalidad del conjunto. El lienzo fue considerado desde antiguo como una de las obras maestras del pintor.
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Información y foto del Museo del Prado. Fuente: www.jdiezarnal.com
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