Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.
Heidegger y la frase de Nietzsche
El texto de Heidegger desarrolla la idea general de metafísica, en términos de la metafísica occidental de la época. Utiliza como contenedor de dicha metafísica al Cristianismo. En el marco del proceso que atravesó Europa durante la conquista del cristianismo de todos los ámbitos de la vida de los hombres medievales, y hasta el siglo XIX, cuando estas ideas metafísicas clásicas, comienzan a perder terreno ante la arrasadora realidad física. La consciencia individual.
Según Heidegger, lo anterior lo basa en:
1. en el nihilismo,
2. la filosofía de ser y tiempo,
3. la metafísica occidental.
4. La distinción entre lo sensible y lo no-sensible.
El papel de la historia, o propiamente dicho, el concepto de metafísica a través de la historia fue sufriendo importantes modificaciones a la luz de una realidad distinta, que se valía así misma de sentido, de guía y de origen en sí mismo. Sin que esto necesariamente fuera certero o verdadero en sentido estricto, esta ruptura intelectual con lo metafísico, comenzó a manifestarse en el pensamiento de Nietzsche.
Para Heidegger es importantísimo dejar claro que el pensamiento nietzscheano es "El pensar preparatorio" o previo sobre el verdadero sentido que puede fundamentar: la pregunta del ser, y así mismo estaría también en posibilidades de descubrirnos que es pensar.
La frase Dios ha muerto refleja la insatisfacción actual que tiene el hombre con conceptos metafísicos que han perdido impacto en la realidad, que al parecer están fundamentados en cuestiones abstractas, subjetivas y delimitadas de formas incoherentes.
Perderíamos el verdadero valor de las palabras de Nietzsche, si pensáramos que el término "Dios ha muerto" es simplemente la afirmación de la muerte de un dios. El Dios cristiano, en la frase de Nietzsche, designa al mundo suprasensible en general, es decir: La metafísica occidental. La frase «Dios ha muerto» significa que el mundo suprasensible ha perdido su fuerza efectiva.
Entender de manera superficial el término "nihilismo" ha conducido a frecuentes errores por considerar las manifestaciones de éste, sus causas. Concretamente la meditación que reflexiona sobre lo que ha ocurrido ya con la verdad del mundo suprasensible y su relación con la esencia del hombre. En palabras de Heidegger, es la mejor forma provisional de entender el nihilismo.
Es importante aclarar que entendiendo al cristianismo como ente socio-político y motor económico e ideológico de la época antigua, desde la edad media hasta finales del siglo XIX, como etapa cumbre del poderío cristiano; su influencia en todo lo que existía era innegable e inseparable. Nietzsche está consciente que las personas no por ser, "no cristianas" carecían de los rasgos fundamentales que los cristianos compartían entre si, en términos ideológicos y metafísicos.
El reclamo nietzscheano apunta contra la somnolencia de los individuos, que despersonalizados y ausentes de sí mismos, conducen sus vidas siguiendo paradigmas huecos y carentes de toda credibilidad, una mediocridad injustificable y burda, un sopor del que parecen estar afectados una gran parte de los seres humanos. Un cáncer de la sociedad premoderna.
Las visiones incompletas y/o superficiales no permiten acceder al entendimiento del nihilismo, y confunde sus manifestaciones con sus causas, como mencionamos anteriormente. Es esta descomposición que menciona Heidegger de lo suprasensible, lo metafísico, la que recae en el proceso que han atravesado como sociedad humana las instituciones, y los seres humanos y que los ha dejado en un territorio desolado, distante de ellos mismos y carente de sentido y esencia.
Con la previa noción provisional, podemos acércanos con más elementos a la definición de Nihilismo en Nietzsche, que es:
Por tanto, debemos entender el Nihilismo como un proceso histórico. El nihilismo como la destrucción de los viejos valores y la construcción de los nuevos valores. Sin embargo sigue poniendo en el mismo lugar metafísico los nuevos valores, nihilismo incompleto, según la apreciación de Heidegger.
Este reclamo expresado como "Dios ha muerto" y el surgimiento del Nihilismo como un proceso restaurador del Ser, implica el desarrollo de nuevos valores que proponen construirse desde el interior de cada hombre. Es la voluntad de poder, la fuerza interna que le da a los hombres, la esencia viva de las cosas, un equivalente al Dassein de Heidegger.
Para Nietzsche la voluntad de poder es el motor de los hombres y lo que les impulsa, en una primera instancia a romper con la metafísica occidental tradicional, y por medio del nihilismo transformar su sistema de creencias, que hasta ese momento había sido impuesto por el cristianismo, por un sistema propio, independiente y puro en cada uno de los hombres. La voluntad de poder como esencia de todo en todo lo vivo, pero al mismo tiempo como potencia, como posibilidad, como hecho por concretar.
Al parecer, no todos tienen la capacidad de cobrar conciencia de su propia voluntad de poder, si bien en Nietzsche es claro que todos la poseemos, en Heidegger parecer ser más claro, que en esta voluntad de poder se fundamenta el dominio y la supremacía del hombre más fuerte.
La implicación de lo anterior, es que el nuevo hombre, el que ha roto con la antigua suprasensibilidad, y que ha forjado para sí mismo la nueva valorización de las cosas a partir del rompimiento con lo vacuo de los conceptos metafísicos tradicionales, ahora necesita proveerse a sí mismo de la protección que le brindaban los conceptos cristianos, y al esta vez, no tener un Dios que haga las veces de salvador, el hombre debe de proveerse su propia salvación; para Heidegger está es la nueva definición de justicia.
Esta "Transvaloración radical, El transhombre de Nietzsche" en palabras de Heidegger, configura en sí toda la nueva cadena de valores y de interacciones entre las personas, pero claramente no como un acto consumado de consciencia colectiva y de desarrollo humano; sino como la imposición de los nuevos valores a través de los hombres que supieron allegarse del poder y que hicieron suya la instauración del nuevo sistema de valores, de conceptos suprasensibles, de reglas que sirvieron para la continua renovación de sus facultades directivas sobre la naciente sociedad moderna.
Existe entonces un gran salto a partir del pensamiento de Nietzsche y la ruptura con la antigua metafísica occidental. El hombre que había vivido esperando la salvación en la fe cristiana, comenzaba a vislumbrar que el cristianismo, era una institución que regía y ordenaba las configuraciones sociales, moldeaba el pensamiento humano y delimitaba la realidad, o al menos eso pretendía. Nietzsche alza la voz y reclama lo que todo hombre tiene por derecho a reclamar, la expresión de su voluntad, la expresión de su voluntad, la conquista de sí mismo, de la vida, de vivir la vida de sí mismo.
Heidegger por su parte crítica que tras esta revolución del pensamiento, aún existen muchas personas que falsamente se esconden dentro del nihilismo mal interpretado, con la intención de no responsabilizarse sobre su acción e incidencia en la realidad; pero no sólo eso, sino que se niegan el derecho a la conciencia, a la libertad y son ellos quienes permiten que quienes si hacen uso de su voluntad, pasen por encima de ellos, los controlen y les digan que hacer.
La voluntad de poder es entonces lo vivo, lo que nos mueve y lo que nos hace conscientes. El no ser conscientes nos convierte en esclavos.
Fuente:
Versión resumida del texto.
La libertad no hace felices a los humanos..., simplemente los hace humanos.
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