Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.
El nombre de la rosa, novela y película
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El nombre de la rosa (título original Il nome della rosa en italiano) es una novela de misterio e histórica de Umberto Eco, publicada en 1980.
Ambientada en el turbulento ambiente religioso del siglo XIV, la novela narra la investigación que realizan fray Guillermo de Baskerville y su pupilo Adso de Melk alrededor de una misteriosa serie de crímenes que suceden en una abadía de los Apeninos ligures.
La gran repercusión de la novela provocó que se editaran miles de páginas de crítica de "El nombre de la rosa", y se han señalado referentes que incluyen a Jorge Luis Borges, Arthur Conan Doyle, y el escolástico Guillermo de Ockham.
En 1985 el autor publicó Apostillas a 'El nombre de la rosa', una especie de tratado de poética en el que comentaba cómo y por qué escribió la novela, aportando pistas que ilustran al lector sobre la génesis de la obra, aunque sin desvelar los misterios que se plantean en ella. El nombre de la rosa ganó el premio Strega en 1981 y el Premio Médicis Extranjero de 1982, entrando en la lista «Editors' Choice» de 1983 del New York Times.
El gran éxito de crítica y la popularidad adquirida por la novela llevó a la realización de una versión cinematográfica homónima, dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud en 1986, con Sean Connery como el franciscano Guillermo de Baskerville y un adolescente Christian Slater encarnando al benedictino Adso.
En su anterior obra teórica, Lector in fabula, Eco ya reseñaba en una llamada a pie de página la «polémica sobre la posesión de bienes y la pobreza de los apóstoles que se planteó en el siglo XIV entre los franciscanos espirituales y el pontífice». En dicha polémica destacó el polémico pensador franciscano Guillermo de Ockham, quien estudió la controversia entre los espirituales y el Papado sobre la doctrina de la pobreza apostólica, principal para los franciscanos, pero considerada dudosa y posiblemente herética tanto por el papado como por los dominicos. La figura intelectual del nominalista Guillermo de Ockham, su filosofía racional y científica, expresada en lo que se ha dado en llamar la «Navaja de Ockham», es considerada parte de las referencias que ayudaron a Eco a construir el personaje de Guillermo de Baskerville, y determinaron el marco histórico y la trama secundaria de la novela.
Según Eco, si no hubiera existido el Gruppo 63 no habría escrito El nombre de la rosa. El Gruppo 63, movimiento de neovanguardia literaria al que perteneció el autor, perseguía una búsqueda experimental de las formas lingüísticas y el contenido que rompiera con los esquemas tradicionales. A ellos les debe «la propensión a la aventura «otra», al gusto por las citas y al collage». En aplicación de su propia teoría literaria, El nombre de la rosa es una opera aperta, una «novela abierta», con dos o más niveles de lectura. Llena de referencias y de citas, Eco pone en boca de los personajes multitud de citas de autores medievales; el lector ingenuo puede disfrutarla a un nivel elemental sin comprenderlas, «después está el lector de segundo nivel que capta la referencia, la cita, el juego y por lo tanto sabe que se está haciendo, sobre todo, ironía.» Pese a ser considerada una novela «difícil», por la cantidad de citas y notas al pie, o quizás incluso por eso, la novela fue un auténtico éxito popular. El autor ha planteado al respecto la teoría de que quizás haya una generación de lectores que desee ser desafiada, que busque aventuras literarias más exigentes.
La idea original de Eco era escribir una novela policíaca, pero sus novelas «nunca empezaron a partir de un proyecto, sino de una imagen. (···) De ahí la idea de imaginar a un benedictino en un monasterio que mientras lee la colección encuadernada del manifesto muere fulminado». Extensamente familiarizado y apasionado del medioevo por anteriores trabajos teóricos, el autor trasladó esta imagen de modo natural a la Edad Media, y se pasó un año recreando el universo en que se desarrollaría la trama: «Pero recuerdo que pasé un año entero sin escribir una sola línea. Leía, hacía dibujos, diagramas, en suma, inventaba un mundo. Dibujé cientos de laberintos y plantas de abadías, basándome en otros dibujos, y en lugares que visitaba.». De ese modo, pudo familiarizarse con los espacios, con los recorridos, reconocer a sus personajes y enfrentarse con la tarea de encontrar una voz para su narrador, lo que tras repasar las de los cronistas medievales le recondujo de nuevo a las citas, y por ello la novela debía empezar con un manuscrito encontrado. Eco dice al respecto en Apostillas: «Así escribí de inmediato la introducción, situando mi narración en un cuarto nivel de inclusión, en el seno de otras tres narraciones: yo digo que Vallet decía que Mabillon había dicho que Adso dijo...».
Argumento: Es la Edad Media y corre el invierno de 1327, bajo el papado de Juan XXII. El franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el novicio benedictino Adso de Melk, llegan a una abadía benedictina ubicada en los Apeninos septentrionales italianos y famosa por su impresionante biblioteca con estrictas normas de acceso. Guillermo debe organizar una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, en la que se discutirá sobre la supuesta herejía de la doctrina de la pobreza apostólica, promovida por una rama de la orden franciscana: los espirituales. La celebración y el éxito de dicha reunión se ven amenazados por una serie de muertes que los supersticiosos monjes, a instancias del ciego ex-bibliotecario Jorge de Burgos, consideran que siguen la pauta de un pasaje del Apocalipsis.
Guillermo y Adso, evadiendo en muchos momentos las normas de la abadía, intentan resolver el misterio descubriendo que, en realidad, las muertes giran alrededor de la existencia de un libro envenenado, un libro que se creía perdido: el segundo libro de la Poética de Aristóteles. La llegada del enviado papal e inquisidor Bernardo Gui inicia un proceso inquisitorial de amargo recuerdo para Guillermo, que en su búsqueda ha descubierto la magnífica y laberíntica biblioteca de la abadía. El método científico de Guillermo se ve enfrentado al fanatismo religioso representado por Jorge de Burgos, el anciano bibliotecario que mantiene oculto el libro, quien tras la discusión con Guillermo comienza a devorar las páginas envenenadas del libro. En el forcejeo para recuperar el libro de manos del bibliotecario una lámpara cae accidentalmente, iniciando un incendio que arrasa con la biblioteca y la abadía entera.
Guillermo de Baskerville es un fraile franciscano inglés del siglo XIV con un pasado como inquisidor, a quien se le encarga la misión de viajar a una lejana abadía benedictina para organizar una reunión en la que se discutiría sobre la supuesta herejía de una rama de los franciscanos. Este paralelismo y la coincidencia en el nombre ha hecho pensar que el personaje de Guillermo podría remitir a Ockham, que efectivamente intervino en la disputa sobre la pobreza apostólica a petición de Miguel de Cesena, concluyendo que el Papa Juan XXII era un hereje.
A su llegada, dada su fama de hombre perspicaz e inteligente, el abad le encarga investigar la extraña muerte de un monje para evitar el fracaso de la reunión. La descripción que hace la novela de Guillermo recuerda a Sherlock Holmes: «Su altura era superior a la de un hombre normal y, como era muy enjuto, parecía aún más alto. Su mirada era aguda y penetrante; la nariz afilada y un poco aguileña infundía a su rostro una expresión vigilante, salvo en los momentos de letargo a los que luego me referiré.» En cuanto al apellido Baskerville, remite también a la novela de Conan Doyle protagonizada por Sherlock Holmes, El sabueso de los Baskerville, otro referente señalado.
Adso de Melk es la voz narradora de la novela, presentado como hijo de un noble austríaco, el Barón de Melk, que en la novela combatía junto a Luis IV de Baviera, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Novicio benedictino, mientras se encontraba con su familia en la Toscana es encomendado a Guillermo por su familia como amanuense y discípulo, y ayuda a su mentor en la investigación. El personaje, como se menciona en la novela, comparte nombre con Adso de Montier-en-Der, abad francés nacido en 920 que escribió una biografía sobre el anticristo titulada De nativitate et obitu Antichristi.
El español Jorge de Burgos es un monje anciano y ciego, encorvado y «blanco como la nieve»; antiguo bibliotecario de la abadía, empeña su vida en ocultar un libro, el segundo libro de la Poética de Aristóteles, supuestamente dedicado a la comedia, la risa y el humor como efectivos transmisores de la verdad, alrededor del cual giran las muertes que se suceden en la abadía. El nombre del personaje es un homenaje reconocido a Jorge Luis Borges; Eco tenía en mente un ciego que custodiase la biblioteca, y comenta en Apostillas que «...biblioteca más ciego sólo puede dar Borges, también porque las deudas se pagan».
Ubertino da Casale (1259- c. 1330) fue un religioso franciscano italiano, líder de los espirituales de la Toscana. En la novela es presentado como amigo de Guillermo.
El italiano Miguel de Cesena, (1270-1342), fue general de la orden franciscana y teólogo. Líder de los franciscanos «espirituales», que estaban enfrentados al papa Juan XXII en la disputa sobre la pobreza evangélica.
Bernardo Gui o Bernardo Guidoni (1261/1262-1331), fue un religioso dominico, inquisidor de Toulouse entre 1307 y 1323. En la novela es presentado como inquisidor y líder de la delegación papal, némesis de Guillermo de Baskerville.
Según cuenta el autor en Apostillas, la novela tenía como título provisional La abadía del crimen, título que descartó porque centraba la atención en la intriga policíaca. Su sueño, afirma, era titularlo Adso de Melk, un título neutro, dado que el personaje de Adso no pasaba de ser el narrador de los acontecimientos. Según una entrevista concedida en 2006, El nombre de la rosa era el último de la lista de títulos, pero «Todos los que leían la lista decían que El nombre de la rosa era el mejor.»
El título se le había ocurrido casi por casualidad, y la figura simbólica de la rosa resultaba tan densa y llena de significados que, como dice en Apostillas: «ya casi los ha perdido todos: rosa mística, y como rosa ha vivido lo que viven las rosas, la guerra de las dos rosas, una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, los rosacruces, gracias por las espléndidas rosas, rosa fresca toda fragancia.» Para Eco, esa carencia de significado final debida al exceso de significados acumulados respondía a su idea de que el título «debe confundir las ideas, no regimentarlas.»
Según narra la introducción, «Naturalmente, un manuscrito», El nombre de la rosa está basada en un manuscrito que fue a parar a manos del autor en 1968, Le manuscript de Dom Adson de Melk, un libro escrito por un tal «abate Vallet» encontrado en la Abadía de Melk, a orillas del Danubio, en Austria. El supuesto libro, que incluía una serie de indicaciones históricas bastante pobres, afirmaba ser una copia fiel de un manuscrito del siglo XIV encontrado en la Abadía de Melk.
Fuente: Wikipedia.
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