Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.
La Eneida de Virglio
La Eneida (en latín, Aeneis) es una epopeya latina escrita por Virgilio en el siglo I a. C. La obra fue escrita por encargo del emperador Augusto con el fin de glorificar el imperio atribuyéndole un origen mítico. Con este fin, Virgilio elaboró una reescritura, más que una continuación, de los poemas homéricos, tomando como punto de partida la guerra de Troya y la destrucción de esa ciudad, y colocando la fundación de Roma como un acontecimiento ocurrido a la manera de los mitos griegos.
Virgilio trabajó en esta obra desde el año 29 a. C. hasta el fin de sus días (19 a. C.). Se suele decir que Virgilio, en su lecho de muerte, encargó quemar la Eneida, fuera porque desease desvincularse de la propaganda política de Augusto o fuera porque no considerase que la obra hubiera alcanzado la perfección buscada por él como poeta.
La obra, de casi 10,000 hexámetros dactílicos, está dividida en 12 libros que a su vez se pueden agrupar en dos partes: Libros I a VI, en los que, a imitación de la Odisea, se narran los viajes de Eneas hasta llegar a Italia. Libros VII a XII, en los que, a imitación de la Ilíada y del Ciclo troyano, se narran las conquistas de Eneas en Italia.
Virgilio emplea figuras literarias como la aliteración, la onomatopeya y la sinécdoque; también el símil, y la personificación y otras metáforas, frecuentemente para dotar a los pasajes de tensión y de fuerza dramática. Emplea también Virgilio la rima asonante. Como en las obras de Homero, la narración de la Eneida comienza in medias res, en este caso con la flota troyana en la parte oriental del Mediterráneo y dirigiéndose a Italia.
Se dice que, más aún que una imitación de la Ilíada y de la Odisea, Virgilio se planteó una suerte de competición con Homero. Así, frente a los 24 cantos de que se compone cada una de las epopeyas homéricas, la Eneida se compone de 12. Se pueden encontrar paralelismos, con sus correspondientes oposiciones, entre las dos obras griegas y esta otra latina:
El regreso o nostos, más propio de la Odisea y de la primera mitad de la Eneida. En la obra latina, el regreso no es el de un héroe a su hogar, sino el de parte de un pueblo a uno de los lugares de origen de la estirpe de alguno o de algunos de sus héroes, lugar determinado por elección divina y que los héroes habrán de averiguar. Como en la Odisea, en la Eneida hay una deidad que se opone a que el héroe llegue a su destino (Poseidón en el poema griego y Juno en el latino), otras deidades que se alían con ella, otras que ayudan al héroe (algunas, teniéndolo como su protegido: Atenea protege a Odiseo; Venus protege a Eneas), cambios de alianzas y deidades que no toman un partido.
Eneas, príncipe de Dardania, huye de Troya tras haber sido quemada ésta por el ejército aqueo. Entre su gente, van con él su padre (Anquises) y su hijo (Ascanio). Creúsa ha muerto durante la toma de la ciudad, y el fantasma del difunto príncipe Héctor le dice a Eneas que no vierta amargas lágrimas por la esposa perdida, ya que el destino le ha asignado otra de sangre real.
Juno, esposa de Júpiter, rencorosa todavía con toda la estirpe troyana, trata de desviar por todos los medios a la flota de supervivientes de su destino inevitable: Italia. Las peregrinaciones de Eneas duran siete años, hasta que, llegado el último, es acogido en el reino emergente de Cartago, gobernado por Dido (llamada también Elisa de Tiro). Por un ardid de Venus y Cupido, Dido se enamora perdidamente de Eneas y, tras la partida de éste y por orden de Júpiter, se quita la vida maldiciendo antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando por el surgimiento de un héroe vengador: de esta forma, se crea el cuadro que justifica la eterna enemistad entre dos pueblos hermanos, el de Cartago y el de Roma, que conduciría a las guerras púnicas.
De camino a Italia, a Eneas se le aparece el alma de su padre Anquises y le pide que vaya a verlo al Averno; Eneas cede y, acompañado de la Sibila de Cumas, recorre los reinos de Plutón, y Anquises le muestra toda la gloria y la pompa de su futura estirpe: los romanos. Llegados por fin los troyanos a Italia, el rey Latino los recibe pacíficamente, y, recordando que una antigua profecía decía que su hija Lavinia se casaría con un extranjero, decide aliarse con Eneas y darle a Lavinia por esposa.
Trastornado por las Furias, Turno, rey de los rútulos y primo y pretendiente de Lavinia, declara la guerra a Eneas. Los dos ejércitos adquieren aliados y se enfrentan fieramente, ayudados los troyanos por Venus y los rútulos por Juno, sin que intervenga Júpiter. Se producen muertes en ambos bandos y, finalmente, Eneas mata a Turno.
Los dioses intervienen en los asuntos humanos, pero los mortales no son meros juguetes de sus caprichos, y, muchas veces, un mortal recibe ayuda de una deidad. La mayor parte de las deidades representa la fortuna, mientras que Júpiter representa el fatum que ha de doblegarla: el aspecto teleológico de la historia. Hasta el momento en que se cumple el destino (fatum), los demás dioses operan a veces contra él y otras veces a su favor. Virgilio intentó mostrar que es voluntad de Eneas someterse a su destino, que a menudo está ligado al futuro próspero de Roma, pero que otras veces está ligado a hechos que no tienen que ver con ese objetivo.
Se ha querido entender la relación de Eneas con Dido como un conflicto entre el deber y el deseo: Eneas es un héroe desinteresado y al servicio de una causa superior, y además, precisamente a instancias del dios supremo, Júpiter, que es también el dios de la felicidad personal.
Entre la frialdad masculina y el amor sincero, se contrapone así las pietas (lealtad, devoción o sentido del deber) de Eneas con el furor (locura o pasión) de Dido, como se hará luego con el de Turno, que además es enemigo.
La Eneida tuvo una importante influencia en la literatura a lo largo de los siglos, sobre todo en la Edad Media. El personaje épico por excelencia en esa época era Eneas, más aún que Ulises, cuyo prestigio no era muy alto: se consideraba a este último un personaje astuto, que conquista Troya gracias a una estratagema; en la Divina Comedia de Dante, por ejemplo, Ulises estará en los infiernos. En cambio, se consideraba un honor descender de Eneas.
Se considera la Eneida como una de las piedras angulares del canon occidental. El poema de Virgilio ejerció un fuerte influjo en otras obras de la antigüedad, incluidas algunas cristianas. Aún después de la caída del Imperio Romano, se seguía considerando la Eneida como un instrumento esencial para la educación latina. En la cultura cristiana latina o cristiana occidental, la Eneida era uno de los textos canónicos, y era empleado como objeto de comentario para servir a propósitos educativos y filológicos.
Fuente: Wikipedia.
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