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lunes, 2 de junio de 2014

Prefacio del libro ''Temor y temblor'', del filósofo Sören Kierkegaard

Un saludo de su amigo Sören Garza (hombre), desde México.

 

 

Prefacio de Temor y Temblor

 

 

 

«Cuando yo haya muerto bastará mi libro Temor y Temblor para convertirme en un escritor inmortal. Se leerá, se traducirá a otras lenguas, y el espantoso pathos que contiene esta obra hará temblar. Pero en la época en que fue escrita, cuando su autor se escondía tras la apariencia de un flâneur, presentándose como la más perfecta encarnación de la conjunción entre extravagancia, sutileza y frivolidad... nadie podía sospechar la seriedad que encerraba este libro ¡Qué estúpidos! Pues nunca como entonces hubo mayor seriedad en aquella obra: precisamente las apariencias constituían la auténtica expresión del horror. Si quien lo había escrito hubiese dado muestras de comportamiento serio, el horror habría disminuido de grado. Lo espantoso de ese horror reside en el desdoblamiento. Pero una vez muerto se me convertirá en una figura irreal, una figura sombría..., y el libro resultará pavoroso.»

 

Así se expresaba Kierkegaard en una página de su Diario, en 1849, seis años más tarde de la publicación de Temor y Temblor. Esta obra, aparecida el día 16 de octubre de 1843, comenzaba con un epígrafe —una cita de unos versos del poeta romántico Hamann— con el que Kierkegaard quería dar a entender que Temor y Temblor encerraba un significado oculto que era preciso descifrar. Pero la alusión iba dirigida a una sola persona: era un mensaje personal y privadísimo a Regina Olsen, su ex prometida, con la que él mismo había roto el compromiso dos años antes, y a la que ya había dedicado con anterioridad, también crípticamente, otro libro suyo: Aut-Aut. Esta obra había visto la luz el 16 de febrero de aquel mismo 1843. Dos meses más tarde, el 16 de abril, día de Pascua, el autor vio en la Iglesia, durante la ceremonia religiosa, a la que había sido su prometida; no cambiaron una sola palabra, ni siquiera se acercó a ella, pero Regina le saludó desde donde estaba, dos veces, con un movimiento de cabeza. Las esperanzas que despertaba este gesto afectuoso produjeron un curioso efecto en el filósofo danés: pocos días después huía a Berlín, y allí, una vez a solas consigo mismo, comenzaba a escribir simultáneamente dos libros: Temor y Temblor y La Repetición. Estos libros, terminados en el increíble plazo de dos meses, eran también dos diálogos con Regina.

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Tres años llevaba enamorado de ella —desde la primera vez que la vio, cuando Regina tenía sólo catorce años—: «Ya antes de que mi padre muriese había tomado mi determinación respecto a ella. Murió el 9 de agosto de 1838, y yo me dediqué a preparar mi examen de teología. Pero durante todo ese tiempo la tenía constantemente en mi pensamiento.

 

En el verano de 1840, obtuve mi título de Teología. ...El 8 de septiembre salí de mi casa con el firme propósito de resolver esa cuestión. La encontré en la calle, delante de la puerta de su casa. Dijo que no había nadie dentro y tuve la suficiente audacia como para considerarlo una invitación, precisamente la oportunidad que andaba buscando. Entré con ella. Permanecimos allí solos, en la sala de estar. Ella estaba un poco violenta. Le pedí que tocase algo para mí como comúnmente hacía. Así lo hizo ella, pero aquello no me ayudaba en nada. De pronto arranqué la partitura del atril, la cerré, no sin cierta violencia, la dejé encima del piano y exclamé: "¡Oh! ¡Qué me puede importar a mí en este momento la música! ¡Usted es quien me interesa! ¡Hace ya dos años que usted me interesa!" Ella permaneció silenciosa.»

 

Apenas un año más tarde, rompe con Regina sumiéndola en la desesperación. Regina le había pedido que no tomase esa determinación, se lo había pedido por Cristo y por el propio padre de Søren. Finalmente le pregunta: «¿No piensas casarte nunca? Yo le respondí: "Sí, quizá dentro de diez años, cuando se haya apagado en mí el fuego de la juventud y necesite sangre joven para rejuvenecerme". Era una crueldad necesaria. Entonces ella dijo: "Perdóname el daño que haya podido causarte". Yo respondí: "Soy yo quien debe pedir perdón". Ella dijo: "Prométeme que pensarás en mí". Se lo prometí. "Bésame", dijo. La besé, pero sin pasión. ¡Dios del cielo!

Así nos separamos. Pasé toda la noche llorando en mi cama. Pero al día siguiente me comporté como de costumbre, más animado e ingenioso que nunca. Era necesario... Marché a Berlín. Sufría terriblemente. Pensaba todos los días en ella.»

 

Ponía así fin a una relación que había nacido sólo porque él se había abandonado por única vez en su vida a la espontaneidad. Cuando se enamoró de Regina comenzó inmediatamente a sentirse agitado por fuertes sentimientos de culpa. Dios le había señalado como el Único, y le había elegido, pero ahora el mundo tiraba de él. Pidió a Dios que le asistiera en esa dura prueba pero al mismo tiempo comenzó a cortejar a Regina. En Aut-Aut intercala una novelita, «Diario de un seductor», donde se narra el modo como Johannes el Seductor seduce a Cordelia, aunque el modelo de Johannes lo encontró en el escritor, poeta y esteta P. L. Moeller (que no se debe confundir con su buen amigo P. M. Moeller), no por eso deja de reflejar al propio Søren y el modo en que llevó a cabo la seducción de Regina, recurriendo a la brillantez de su conversación y a todas las argucias y recursos que su inteligencia supo movilizar con tal fin.

 

Fuente:

 

http://www.ataun.net/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa%C3%B1ol/Soren%20Kierkegaard/Temor%20y%20Temblor.pdf


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